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Por Rafaek Muñoz ()
Berlín.- He logrado por primera vez viajar casi 31,7 kilómetros sin pausa en la primera salida de este año. La bicicleta estática ha dado resultados.
Estuve dando pedal hasta que ya llevaba el corazón en la mano, como Juantorena.
— ¿Tiene usted descafeinado?
— ¡Por supuesto!
— Llevaría un paquete, pero he tenido mala experiencia con los descafeinados. No saben a nada.
— ¡No el nuestro! — se defendió el italiano y para probarlo me sirvió un capuchino y unas galletas artesanales, hecha por su mujer.
He estado una hora y tanto en la terraza de una empresa tostadora de café, disfrutando de café tostado y molido y la conversación de estos italianos bulliciosos. ¿Cómo si no?
— El café y las galletas va por la casa, me dijo mientras pagaba por 250g de café descafeinado, el mismo que tomé y que sabe solo como los italianos saben hacerlo.
Y ahora tomo el tren de regreso a casa, que tampoco hay que exagerar. Pero antes paso por el mercado y me llevo un buen pedazo de pargo fresco. Porque al cuerpo hay que darle alegría y cosas buenas.