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Por Anette Espinosa
La Habana.- El origen judío de mi abuela materna me obliga a interesarme siempre por lo que ocurre en Israel. Y hoy, de pronto, me encuentro con una noticia que pudo haber servido de coartada perfecta para el gobierno de La Habana, en su afán por justificarlo todo.
Dice la radio pública Kan, en su página web, que más de 10 mil pollos perecieron como consecuencia de la ola de calor que afecta al país levantino. El ministerio de la Agricultura, que, a diferencia del de Cuba, no tiene granjas, culpa a las cooperativas y llama a mejorar los centros de cría, reproducción y las unidades de desove, lo mismo para tiempo de calor que para el frío.
El doctor Tamir Goshen, jefe de los servicios veterinarios del ministerio de Agricultura, emitió un comunicado este lunes, en el que alertaba de “la necesidad de mejorar las cooperativas se vuelve cada vez más crucial año tras año debido al cambio climático”.
Al mismo tiempo, el ministerio de Agricultura comunicó que los culpables de las miles de muertes de las aves son los gallineros antiguos que usan muchas cooperativas que no tienen control de clima incorporado ni sistemas de enfriamiento.
También agregó que, sin embargo, debido al exceso de huevos y pollos en los mercados, no hay que temer que haya escasez a pesar de las muchas muertes de gallinas ponedoras y pollos criados para la industria cárnica.
Cuba casi no tiene ponedoras, y crías de pollo para el sector cárnico no existen en la isla desde hace mucho. Pero si fuera así, Israel le hubiera dado la coartada perfecta: la ola de calor acabó con las aves.
No obstante, yo no dudo que, además de las justificaciones tradicionales de ellos, para que el pueblo siga creyendo que su ineptitud es exógena y no endógena, agreguen en el futuro lo de las olas de calor, el polvo del Sahara, la influencia del Niño, o la Niña, y cuanto Dios crió.
Y no le voy a dar mucho bombo a lo de Israel, no vaya a ser que justifiquen la escasez de pollo en La Habana con las aves que murieron cerca de Tel Aviv.