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Por Hermes Entenza ()

Nuremberg.- En 24 horas he leído tres noticias violentas en Cuba: un asalto extremo a un músico reconocido en ciudad de La Habana. También otro asalto en Camaguey y un asesinato en Las Tunas. Tres sucesos, además de muchos otros que no se visualizan en las redes sociales.

Cualquier extranjero podría pensar que en Cuba no hay suficientes policías para atenuar la delincuencia. Sin embargo, los cubanos sabemos que la isla está colmada de gendarmes, de perros amaestrados, armas largas y cortas, autos, radares, etc.

El problema es que toda esa masa humana y esa tecnología de punta. Además, es muy cara y supuestamente fabricada para atrapar delincuentes. Sin embargo, se utiliza para vigilar, controlar, reprimir y aplastar a los que disienten políticamente. Aunque sean personas pacíficas.

Ayer hubo noticias de asaltos y crimen. Pero también leí que dos señoras decentes, honestas, y contra toda lógica dentro de cualquier sociedad que se nombre democrática, están en espera de una sanción penal.

Alina Bárbara López Hernández y Jenny Pantoja Torres son dos intelectuales que han ejercido sus derechos, como ciudadanas cubanas, de manifestarse pacíficamente en pleno civismo. Exigen libertad para los presos políticos. Exigen tantas cosas que Cuba necesita.

Ahí, persiguiendo a estas mujeres y a cualquier soñador que habite en la isla, vigilando y derrochando tiempo y combustible, está la policía. Ellos no se preocupan de que la delincuencia crezca, que los feminicidios se han vuelto casi una moda. Tampoco les importa que el pillaje, el robo y la ley del cuchillo imperan como nueva ley.

La palabra que más teme el poder, y se desvela, arrasa, encarcela y mata cuando la escucha, es la decente y trasparente LIBERTAD.

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