
EXPIACIÓN AA
Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- En busca de soluciones, llego a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Estaban todos sentados formando un círculo y al llegar todos me miraron. Realmente lo de Alcohólicos se les ve en las caras. Lo de Anónimos es fácil de entender porque yo, que no ingiero bebidas alcohólicas, a veces ni recuerdo mi nombre.
Me siento en una silla y digo: «Soy Víctor y soy adicto a pasarla mal». Como si fuesen del grupo 3ro B me contestan a coro: «Hola Victor, bienvenido al grupo». Un exborracho, con cara de Jefe de Destacamento, me aclara que aquello es un grupo de personas adictas al alcohol y que mi adicción no cabe ahí. Según el Anónimo Cuadro, por adicciones como la mía es que cayeron en adicciones como las de ellos.
Una señora, con una mirada de exalcohólica y exbeata, levanta su mirada al techo y dice: «Vade retro, Satanás. Perdónalo Padre…». No la dejé terminar su liturgia y con voz de encabronaocontantajodedera le salgo al paso con una frase contundente: «Mire, señora anónima, el colmo de mi desgracia es que me encasquetes la culpa de mis males y deja al compañero Satanás tranquilo que con tantos desatinos lo tenemos de licencia con sueldo, casi en proceso de «disponibilidad».
Empecé a contarles mis vicisitudes y rompieron en llanto como cinco borrachines. Aquello no me dio nada en un inicio porque sé que los borrachos lloran por todo. Cuando caí en el tema de los apagables, la exbeata se rasgó sus vestiduras (un poco exagerada la compañera, sobre todo si se tiene en cuenta que pasa los 60 años y el alcohol la desmejoró bastante).
Seguí con mi monólogo dantesco y hablé mal del Muchacho del Catao y de una pila de muchachos más y le conté de la basura y de los precios y… Como en medio de un «asalto de Pioneros en busca de un aval para la Emulación», tres Anónimos color tornasol arrastraron violentamente sus sillas y sacaron sendas canecas de sus bolsillos traseros.
Uno de ellos, conocido como Piojín del Monte, destapó y luego de un toque para los Santos dijo: «Caballero, este tipo ha sido enviado para alumbrarnos el camino. Si dejamos de meterle… ¿Cómo vamos a sobrellevar esta talla? Terminaremos desesperado como él.
¡Salud!». No estaba tan malo el calambuco…