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Por Jorge Sotero
La Habana.- Leinier Domínguez, como dice el amigo Oscar Durán, está haciendo una Copa Mundial de Ajedrez formidable. Ojalá le gane al italiano Caruana este miércoles, aunque va con negras y lo tendrá difícil, pero cayendo, incluso, habrá hecho méritos suficientes para que la prensa de su país de origen le dedique unas líneas, una portada, algún titular. Pero no será así.
Recuerdo cuando José Contreras, por entonces José Ariel Contreras, lanzó un gran partido, de relevo, contra los Orioles de Baltimore en La Habana. El hombre que mandaba en Cuba desde entonces y cuyas orientaciones aún se cumplen al pie de la letra, lo llamó el Titán de Bronce. Lo puso al mismo nivel del más grande de los militares que dio el país, por mucho, Antonio Maceo.
Sin embargo, cuando unos meses después, el Titán II abandonó el país camino a las Grandes Ligas, lo multiplicaron por cero. Desapareció. Se convirtió en un no cubano, o mejor, en un excubano, como dijo con el rostro desencajado un día Randy Alonso en referencia a un atleta que representaba a otro país en unos juegos múltiples.
A mí, en lo particular, no me asombra que los medios cubanos hagan mutis con lo de Leinier Domínguez. Ese accionar forma parte de lo que ellos llaman política informativa, y no saldrá ningún periodista a intentar pasar por encima de esas normas.
No lo hará nadie de Granma, porque la directora no lo permitirá. Tampoco el de Juventud Rebelde, porque el poeta que lo dirige se jugaría el puesto, y Joel García, que se hace el más liberal de todos los redactores deportivos, no se la jugará por alguien a quien no le tiene mucha admiración, porque él de ajedrez no sabe nada.
Tampoco lo harán las redacciones de radio o de televisión, porque Leinier, al fin y al cabo, brilla desde el país al que ellos consideran enemigo y causa de todos los males. Darle bombo sería como admitir que la gloria del ajedrez cubano, el segundo más grande, solo por detrás de José Raúl Capablanca, se cansó de vivir entre miserias y apagones y se marchó al norte, a pesar de que en Cuba era un privilegiado, todo ganado con su talento.
Mi consejo: si usted quiere saber de Leinier Domínguez, venga A El Vigía de Cuba, donde tendremos una actualización diaria. O lea Michel Contreras, que no pasará por alto lo que haga el Genio de Güines.