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¿Por qué Estados Unidos no ataca las bases militares espías rusas y chinas en Cuba?

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Por Albert Fonse ()

No es una provocación. Es una pregunta legítima. Rusia y China tienen estaciones de inteligencia operando desde territorio cubano. Desde Bejucal, Lourdes y otras zonas clave, se espía a Estados Unidos a diario.

Se interceptan comunicaciones estratégicas, se recolectan datos sensibles y se apoya a operaciones que atentan contra la seguridad nacional. Todo eso ocurre a solo 150 kilómetros de la Florida.

Mientras eso sucede, Cuba mantiene relaciones estrechas con Irán. El difunto dictadir Fidel Castro lo dejó claro en su visita oficial a Teherán, cuando declaró que el imperialismo sería destruido.

Aplaudió la revolución islámica y reconoció abiertamente a Irán como un aliado en la lucha contra Estados Unidos. Esa alianza no fue simbólica. Incluyó cooperación tecnológica, acuerdos en inteligencia y respaldo político mutuo. Hoy esa relación persiste.

El régimen cubano no sobrevive por mérito propio. Se sostiene únicamente gracias al control militar, al aparato represivo interno y al apoyo estratégico de sus aliados: Rusia, China e Irán.

Mientras Israel responde con fuego directo a la amenaza iraní, y Estados Unidos se prepara para una posible intervención en ese conflicto, resulta imposible ignorar que uno de los brazos operativos de ese eje se encuentra instalado en el Caribe.

El enemigo está en Cuba

Cuba se ha convertido en un punto de apoyo logístico, político y tecnológico de las potencias que abiertamente desafían a Occidente. No solo espía. También protege y facilita operaciones contra los intereses de Estados Unidos. Frente a ese escenario, la pasividad de Washington es incomprensible.

No hace falta una invasión. Basta con un ataque preventivo, quirúrgico, que elimine las bases espías y las estaciones de vigilancia electrónica que Rusia y China operan desde la isla. Un golpe preciso debilitaría no solo al régimen cubano, sino a todo el eje que usa a Cuba como plataforma.

Ahora es el momento. La guerra con Irán ha comenzado. Estados Unidos tiene motivos, información y capacidad para actuar. Aprovechar este contexto permitiría eliminar una amenaza real en su vecindad inmediata. Neutralizar a Irán en Medio Oriente y al mismo tiempo cortar el espionaje chino y ruso en el continente.

No hay excusas. El enemigo está en Cuba. Las armas que sostienen a la dictadura también apuntan hacia el norte. La pregunta ya no es por qué atacar, sino hasta cuándo se va a seguir tolerando que los enemigos del mundo libre operen con libertad tan cerca del corazón de América.

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