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Holguín.- La represión no es de izquierda ni de derecha. No tiene ideología y, de tenerla, sería de la más cruel inhumanidad.
Y no estoy hablando de acciones de fuerza (siempre que sean justificadas y moderadas) imprescindibles para contener actos delictivos. Me refiero a la represión de personas que únicamente manifiestan sus inconformidades.
La misma atenta contra el derecho humano a la libre expresión y manifestación de los desacuerdos y reparos de las personas ante actos que consideren desacertados o violatorios de sus derechos.
No es lógico (aunque sea justo) protestar contra la detención de un joven palestino en Estados Unidos porque alza su voz para objetar la expatriación, o contra la violenta reprimenda a jubilados de Argentina que claman por la insuficiencia de sus pensiones, mientras se limita y encarcela a un joven cubano por manifestar pacíficamente su desacuerdo con la situación actual.
Es incluso violatorio de la Constitución vigente, pues atenta contra los artículos 46, 54 y 56 de la misma referidos a la integridad física y moral, la libertad de expresión y la libertad de manifestación, respectivamente.
Se hace necesario que la estudien y, más, que la cumplan los agentes del orden.