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GRANMA NO TIENE PUDOR AL MENTIR SOBRE LA REALIDAD DE CUBA

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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)

La Habana.- El problema no es pregonar que la mendicidad no sea “compatible” con algo que llaman “proyecto social cubano” sino que no se reconozcan sus causas internas, ni el fracaso institucional en ese tema. Pudiera derivarse de la falta de reconocimiento oficial de la pobreza en Cuba.

La mendicidad es una vertiente específica de la “normalización” del empobrecimiento masivo que impulsó el programa del “ordenamiento” y el tratamiento del problema no debe consistir en un enfoque reduccionista para castigar legalmente aristas de la mendicidad.

Ciertamente deben reprimirse actividades ilegales asociadas a la mendicidad (corrupción de menores, trata de personas, etc.), pero es inapropiado vender la idea de que la mendicidad es principalmente el resultado de la maldad de “personas inescrupulosas”.

Las acciones legales por sí solas no resuelven ni las causas de la mendicidad, ni restauran la dignidad de los mendigos, ni los reinsertan socialmente en los casos en que ello fuese posible.

La visión presentada por la magistrada del Tribunal Supremo reitera la carencia de autocrítica oficial por los problemas actuales del país y acude a la ficción oficial de que el Estado crea “oportunidades de trabajo digno para todos”.

Precisamente el problema radica en que el actual empobrecimiento masivo en Cuba se origina en la carencia de trabajo digno, con salarios y pensiones muy desvalorizados, resultantes de una brutal compresión de la remuneración del trabajo a partir del «ordenamiento».

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