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LA MÁS GRANDE DE LAS TRAICIONES

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(Tomado del Facebook de Joel Fonte)

La Habana.- El castrismo traicionó los sueños de Libertad de la generación del 26 de julio, e instaló la tragedia más aguda para la nación cubana hasta hoy…

La Libertad es el estado natural del Hombre. Libertad significa que el individuo puede disponer de su cuerpo, de su inteligencia, de sus capacidades, y que puede desarrollarlas sin límites, tanto en lo personal como en un espacio social.

Nada, ninguna fuerza creada por los gobernantes puede constreñir la voluntad del hombre libre ni obligarlo a actuar como no desea.

Por ello las sociedades más desarrolladas y exitosas son aquellas que permiten al hombre vivir y morir en un clima de completas libertades, y suprimen al extremo el aparato del Estado, porque este solo genera corrupción, parasitismo, burocracia, ineficiencia, y carcome los cimientos del progreso, a la vez que va construyendo cadenas que reducen al hombre a la condición de esclavo.

Así pues, una de las manifestaciones más altas de la Libertad como valor, además de la calidad moral contenida en la expresión libre del pensamiento de los seres humanos que la gozan, es el respeto a la propiedad privada, al conjunto de los bienes que un hombre es capaz de obtener y acumular honradamente a lo largo de su vida.

Y tiene tan alto significado porque esa propiedad privada, en un clima de igualdad, -y no de igualitarismo, que es el pretexto socialista y populista para el empobrecimiento colectivo de los hombres, a quienes se somete como rebaño- crea las oportunidades para que las capacidades y los emprendimientos se desarrollen, y eleven a un país a la acumulación de riqueza social y al mejoramiento de la vida individual y colectiva.

Visto así, la República cubana constituida en 1902 había sido alejada por etapas de la senda republicana y de esos afanes de Libertad, y en 1953 era víctima de la dictadura corrompida de Fulgencio Batista.

Castro rehusó la lucha pacífica para retomar el curso democrático de la República, a pesar de que había espacio para ello, y optó por la violencia.

De las decenas de jóvenes que atacaron el Moncada -muchos ortodoxos, y ninguno reconocidamente marxista- más de 50 perdieron su vida, mientras conquistar esa Libertad plena eran sus afanes, la razón que los movía a la lucha, y a la muerte.

No lucharon ni cayeron por una sociedad comunista, en la que el Estado se apropia de los bienes, de las familias, de las libertades, de la vida de la gente.

Mucho menos querían una dictadura de privilegios para un puñado de hombres.

Por eso, cuando Fidel Castro se instaló en el Poder, poco más de 5 años después, las memorias y los sueños de todos ellos y de miles de cubanos más que creyeron en sus promesas de Libertad, fueron traicionados.

Fidel Castro se cegó con el Poder.

Muchos de sus allegados de entonces, algunos de los cuales cayeron rápidamente bajo su odio, llegan a afirmar incluso que el control del Poder fue siempre su verdadera motivación.

El proceso de demolición del país comenzó a una velocidad vertiginosa.

Ya en octubre del 1960, a menos de dos años de la llegada al Poder, las expropiaciones habían acabado con la totalidad de las medianas y grandes empresas privadas.

Con el pretexto de instalar un igualitarismo que ahora mismo, 64 años después, califican descaradamente y niegan como dañino, y apelando al mito del David contra el Goliath, con el que se mostraron como víctimas de los EE.UU, justificaron la imposición de una dictadura, la demonización de cualquier forma de disidencia, y el autoritarismo más desenfrenado y prolongado de la historia contemporánea.

En agosto del 1961, impusieron el cambio de moneda y se apropiaron el dinero de la gente.

Se apropiaron también de miles de viviendas de los cubanos y extranjeros residentes aquí, que salieron del país huyendo de la orgía de abusos  y el desenfreno del autoritarismo que se había instalado en Cuba.

Finalmente, en marzo del 1968, desataron la «ofensiva revolucionaria», un criminal ataque dirigido a destruir todo el tejido empresarial del país, constituido por pequeñas empresas familiares.

Confiscaron desde una «fonda», hasta la carretilla del vendedor de frutas.

Se trataba de despojar al cubano de toda propiedad, para atarlo al carro podrido del Estado y arrebatarle esa imprescindible Libertad.

Aquellos de los primeros años de «revolución», son los mismos que, en un círculo vicioso de fracasos y mentiras, ahora «inventan» MIPYMES porque el pueblo hambriento al que han mutilado antes le mira con odio contenido, y le temen.

La lista de mentiras, de apuñalamientos al país, a nuestra soberanía y derechos como pueblo, es interminable…

Y por eso, ambiciones de justicia social tan amplias como la alimentación, servicios de salud, el acceso al agua potable, la educación de calidad, servicios de electricidad estables, transporte, comunicaciones y la vivienda, entre otros, siguen esperando por esa Libertad que será la vía para alcanzarlas, y no la corrupción desenfrenada y la demagogia de décadas de dictadura.

Y llegará, porque la conquistaremos. Se trata de abrir los ojos, y alzar el puño. No más temor. No más dictadura en Cuba.

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