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DERECHOS Y DIGNIDAD HUMANOS

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Por José Walter Mondelo (Facebook)

La Habana.- Hace hoy 46 años murió Ernst Bloch, filósofo y ensayista alemán, uno de los pensadores marxistas más originales del siglo XX, y el que mayor atención dedicó al tema de los derechos humanos y la dignidad humana como fin y esencia del socialismo. De su obra «Derecho Natural y dignidad humana» (1961) les comparto fragmentos de su magnífico prólogo.

“Más sorprendente, y nada regular, es que en el socialismo -en cuyo centro se encuentra expressis verbis el hombre real, el hombre al que hay que liberar y al que hay que dar plenitud- siga imperando todavía una actitud negativa respecto al Derecho natural. Para fundamentar la negación, se subrayó demasiado el carácter abstracto, genérico, estático-eterno de las viejas teorías iusnaturalistas: pero hay, desde luego, también otras razones. Y, sin embargo, precisamente en este punto entra en acción uno de los temas decisivos del humanismo. En él figura la pregunta por las auténticas intenciones del viejo Derecho natural, y también la pregunta por el cometido de una herencia socialista de estos derechos del hombre, un día liberales, y no solo liberales. La instauración del paso erguido, también contra dependencias acolchadas, rebautizadas, incluso retrógradas, es un postulado del Derecho natural, que solo de él proviene y solo en él puede encontrarse.

No era solo la indignación moral lo que hacía que Kant no considerase una pequeñez el que el hombre fuese tratado como tal por sus señores: «De un lado, en tanto que lo cargan animalmente como mero instrumento de sus intenciones, y de otro, en tanto que en sus diferencias enfrentan al uno con el otro para hacerlos degollar.»

Y no hay que entender solo económicamente la consigna de Marx: «Derrocar todas las situaciones en las que el hombre es un ser humillado, esclavizado, abandonado, despreciable.»

«El simple proverbio crítico ‘Mil años de Derecho injusto no hacen una sola hora de Derecho justo’, así como la constructiva definición ‘Ilustración es la emancipación del hombre de de la tutela de la que él mismo es culpable’, no han perdido aún toda su actualidad. De tal suerte que ni la dignidad humana es posible sin la liberación económica, ni ésta, más allá de empresarios y obreros, sin la gran cuestión de los derechos del hombre. Ambas cosas no tienen lugar automáticamente en el mismo acto, sino que están condicionadas recíprocamente, con un prius económico y un primado humanista. No hay una instauración verdadera de los derechos del hombre sin poner fin a la explotación, no hay verdadero término de la explotación sin la instauración de los derechos del hombre.»

“(…) De la manera más concisa se encuentra esto expresado en el trabajo de Schiller «Sobre lo sublime». Un proyecto en perspectiva que merece leerse, incluso en su lenguaje arcaico, y que reza así: «La voluntad es el carácter genérico del hombre, y la razón misma solo la regla eterna de aquella. Justamente por ello, no hay nada más indigno del hombre que sufrir la fuerza, ya que la fuerza lo elimina. Quien nos hace fuerza pone en tela de juicio nada menos que nuestra humanidad; quien cobardemente la soporta, arroja de sí su humanidad.» Por eso ha llegado el momento de unir funcionalmente y superar las diferencias en las antiguas intenciones de dicha de las utopías sociales y las antiguas intenciones de dignidad de las teorías iusnaturalistas. Teniendo la plena seguridad de que tan poco posible es la dignidad humana sin el término de la miseria, como una dicha humana sin poner término a toda opresión antigua o moderna. Lo mejor de la Ilustración nos sale al paso precisamente en este terreno y se alza como una pretensión que nada puede eliminar. El presente libro quisiera ser una contribución tanto histórica como, sobre todo, reflexiva al problema de lo que es justo y, sin embargo, se halla todavía por realizar: a los problemas del paso erguido. Se trata de un trabajo jurídico de especie muy singular, que comienza con la mayoría de edad inquirida y buscada de modo exigente, y que no termina con el Derecho natural clásico.”

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