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Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Estoy ante un edificio de 32 apartamentos y el 60% de los inquilinos son ancianos. Confieso que el alma se me estruja al ver el estado en que viven los vecinos de mi madre.
Incluso me indigna ver la pasividad e indolencia de la gente ante esta realidad.
Los ancianos que en Cuba reciben una pensión son 15% de la población, aunque el sector de la sociedad en edad de jubilación es 25% de los cubanos. Significa que el 40% de ellos ni siquiera reciben una pensión; que, además, apenas cubre el 6% del costo de la vida en la actualidad.
Entiendo que la situación que enfrentan los jubilados en Argentina no es tan dramática, pero allá han salido a protestar a las calles y reciben el apoyo de los hinchas de los clubes de fútbol argentinos.
Luego los ancianos en Cuba han contribuido con no menos de 35-40 años de sus vidas a la construcción de la nueva sociedad. Cierto es que ninguno de ellos imaginó que al final el Gobierno los iba a abandonar a su suerte ni que iban a ser castigados con una inflación creada por él mismo.
Después de hacerle la visita a las ocho familias que viven en el primer bloque del edificio en dónde se haya el apartamento de mí madre y de constatar el dilema que enfrentan sus vecinos, me pregunto qué hacen hoy el Partido y el Poder Popular por la comunidad.