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Por Tania Tasé (9
Berlín.- ¡No puedo más! No puedo más…no aguanto más…no doy más… Estas son las frases que más he escuchado o leído en los últimos días. Y semanas. Y años.
Cada vez que «se cae » el SEN, se vuelven clamores, es imposible leer un post o ver un vídeo o escuchar un mensaje, hechos desde Cuba, que no contengan esas frases angustiosas. Y luego en casi cada comentario, vuelven a aparecer.
Y es que realmente no se puede más. En muchos testimonios se cuenta sobre la comida tan duramente luchada que se echa a perder. La desesperación en la lucha contra el calor y los mosquitos. Y la incomunicación con familiares y amigos una vez que se agota la batería del celular y se apagan las plantas de ETECSA.
Hace casi 12 años que salí de Cuba. Mi cuerpo todavía guarda memoria del hambre, del calor y los mosquitos. Yo no nací asmática ni alérgica. Mi primera crisis de asma fue provocada por la luzbrillante. A inicios del período especial de los noventa, hubo en mi casa tres cocinas, una eléctrica, una de gas y un fogón de luzbrillante que un día cogió candela.
Y aún así, se me echaba a perder la comida. Yo tenía dos bebés, una recién nacida y la otra de un año. Se tiende a decir que ahora es mucho peor. Y yo lo creo, por eso no lo discuto. El caso es que entiendo lo que están pasando. Y a pesar de tener mis necesidades básicas (y algunas no tan básicas) resueltas, lo sufro con ustedes.
Y pienso que en tiempos de crisis y desesperación, lo primero y único que abunda es la violencia. Y no estoy hablando solamente de la delincuencia en las calles.
Me quedo pensando también cuánta violencia, abuso y maltrato hay dentro de cuatro paredes.
Cuántas mujeres, niñas y niños habrán sido abusados, golpeados , violados en estos días, bajo el amparo de la total oscuridad? Cuántos gritos habrán sido cubiertos por las bocinas con regueton y reparto a todo volumen?
Los «fuertes» violentos, acomplejados e impotentes descargan siempre su malestar y cobardía sobre los más débiles.
También las autoridades que deberían estar para proteger a los indefensos y débiles, se ensañan con ellos.
Estoy segura que en cada manzana de cada ciudad de Cuba, si observas atentamente, verás estas señales de abuso y violencia en por lo menos una familia.
En las zonas rurales es aún peor.
Son las víctimas invisibles.
A veces yo tampoco puedo más.