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Por Albert Fonse ()
Que Mariela Castro hable con arrogancia desde una mesa redonda de la televisión cubana no sorprende a nadie. Lo hace desde el privilegio heredado, blindada por una dictadura que ha convertido la mentira en política de Estado. Pero esta vez, sus palabras traspasaron todos los límites de la decencia y la historia: afirmó públicamente que el pueblo judío “no existe”, que solo fue un grupo de europeos religiosos que se victimizaron para arrebatarle la tierra a los palestinos.
Esa afirmación no solo es históricamente falsa, sino moralmente repugnante. Es negacionismo puro. Es el mismo veneno ideológico que niega el Holocausto, que blanquea a Hitler, que culpabiliza a las víctimas de siglos de persecución, expulsiones, pogromos y exterminios. Mariela Castro, hija del verdugo Raúl Castro, pretende reescribir miles de años de historia para ajustarla al libreto patético de los regímenes totalitarios.
El pueblo judío no necesita que Mariela lo reconozca para existir. Existió en el exilio, en el desierto, en los guetos, en los campos de concentración, y ha existido en la Tierra de Israel desde mucho antes de que existieran La Habana, Moscú o cualquier consigna comunista. Su identidad está escrita en libros milenarios, en la arqueología, en la historia universal y en la sangre de millones que murieron solo por ser quienes eran.
La familia Castro no tiene autoridad moral para hablar de derechos ni de pueblos oprimidos. Han destruido a Cuba, han encarcelado a los suyos, han exiliado a generaciones completas y han aplastado toda forma de disidencia. Que Mariela se atreva a señalar a otro pueblo como “falso” mientras justifica una dictadura que encarcela madres, hambrea niños y desaparece opositores, es un insulto al mundo entero.
Parece mentira que en pleno 2025, la Unión Europea siga defendiendo y financiando a esta cúpula castrista. ¿Dónde están los gobiernos democráticos que se llenan la boca hablando de derechos humanos? ¿Por qué siguen recibiendo en sus países a estos tiranos con alfombra roja? ¿Por qué los judíos del mundo no les exigen cuentas? ¿O por qué no se les cancela la visa? ¿Dónde está la condena de las cancillerías europeas? La embajada de Alemania en Cuba debería ser la primera en pronunciarse con fuerza y dignidad.
La dictadura cubana ha sido históricamente aliada de los regímenes más antisemitas y fundamentalistas del planeta. Desde los años de la Guerra Fría, ha financiado y entrenado a grupos terroristas que han atentado contra civiles israelíes, y ha promovido una narrativa de odio contra Israel desde su aparato propagandístico. Lo que Mariela dijo no es nuevo: es parte del antisemitismo institucional de una tiranía que nunca ha respetado a ningún pueblo libre.
Pero lo que sí es nuevo y grave es que en pleno siglo XXI, una funcionaria pública, hija de un dictador, en televisión nacional, niegue la existencia de todo un pueblo con total impunidad.
Esto merece una condena internacional clara. No por política. No por religión. Sino por humanidad.
Porque quien niega al pueblo judío hoy, mañana justifica su exterminio.