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Por Víctor ovidio Artiles ()
Caibarién.- Atributos cargados de belleza y sensibilidad, de historia y virtud, han estado liados a la cubanidad como árbol, ave y flor nacional. A esos tres les faltaba gozadera, despreocupación, fiesta y bayucito.
Demasiado serios esos tres mosqueteros criollos. Les faltaba un D’Artagnan gozón, despreocupado, de barrio, de short ripiado y chancletas, de aretes y pelado con cortes.
Les faltaba la sandunga del barrio, la habladera de basura, el noveno grado sacado por los cortes del pelo.
Demasiada coherencia y suavidad en esos atributos, demasiada falta de actualidad, poca representatividad de lo marginal, del pasaje bullanguero y grosero.
Demasiado lirismo para una masa, casi homogénea de homo «sapiens» que necesita mover las nalgas sin necesidad de romperse la cabeza ni el lomo.
Ya nadie habla de palmas porque no necesitan palmiche, ni regala mariposas porque eso no se usa, ni han visto un tocororo en su vida.
El Reparto… tacto, que llegó el Reparto… y si tú me amarras la pieza… tacto que llegó el Reparto… se formó… te voa a partir como un lápiz… pa que te vengas, mima… tacto que llegó el Reparto…
En tiempos de déficit de generación, de abusos y especulaciones, de vampiros con trastornos, de intolerancias, de escaseces, de suciedades, de separaciones, de desidia y de búsqueda de la búsqueda por encima de todos y de todo, la gota que derramó la copa y la rompió a martillazos es la alabanza al Reparto… tacto, que llegó el Reparto…
Y si tú me amarras la pieza… tacto que llegó el Reparto… se formó… te voa a partir como un lápiz… pa que te vengas, mima… tacto que llegó el Reparto…