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Por Frank Perdomo
La Habana.- Desde su escritorio en el Palacio de la Revolución, Manuel Marrero Cruz, primer ministro de este país en ruinas, volvió a encender la videoconferencia para soltar otra parrafada burocrática sobre “corregir distorsiones” y “reimpulsar la economía”.
Lo hizo rodeado de gobernadores, intendentes y un séquito de dirigentes que han perfeccionado el arte de hablar sin decir absolutamente nada.
Se habló de todo. De alimentos, viviendas, precios topados, contratación agrícola, arrendamientos estatales y no estatales, casas de abuelos y censos venideros. Todo en un mismo menjunje, como si se tratara de una sopa ideológica para disimular la ineficacia sistémica de un gobierno que no le pone el cascabel a ningún gato.
Marrero, con ese tono de jefe en apuros, insistió en que hay que hacer cumplir los precios topados. Que si el aceite cuesta 990 pesos y alguien lo vende a 1 500, hay que decomisar. ¿Y qué va a decomisar, Marrero, si el aceite ni aparece? ¿A quién van a sancionar cuando el pueblo tiene que mendigar hasta un jabón de lavar?
El problema no es que suba el precio. Es que sube porque el sistema que ustedes dirigen no puede sostener ni la sombra de un mercado funcional. Entonces, el que lo tiene, lo esconde; y el que no, se aguanta con las manos vacías y la barriga vacía.
También se habló de las micro, pequeñas y medianas empresas, las famosas Mipymes que se supone vinieron a salvar la economía. Pero Marrero advierte que no pueden ser para “acrecentar el problema”. O sea, el gobierno crea nuevos actores económicos, pero si esos actores prosperan demasiado o no siguen el guion del “desarrollo socialista”, entonces son sospechosos. Así no se puede construir nada. Ni empresa, ni confianza.
Y en el apartado de la vivienda, volvieron a chocar con la piedra eterna. Apenas un 12% del plan anual ejecutado. La ministra dice que es por falta de acero y cemento. Pero cualquiera en este país sabe que lo que falta es vergüenza. Porque si hay materiales para remodelar hoteles cinco estrellas y exportar bloques para aliados ideológicos, ¿por qué no los hay para que una familia deje de vivir entre goteras?
El gobierno sigue analizando, presentando, evaluando y controlando. Lo que no hace es resolver. Por eso los números no cuadran y los planes no caminan. Ni en agricultura, ni en comercio, ni en construcción.
Y mientras ellos se reúnen cada mes para repetir el mismo libreto, el pueblo sigue atrapado en un ciclo de penurias que ni las estadísticas oficiales pueden maquillar. Marrero habla de “fortalecer el sistema de trabajo”. Lo que hay que fortalecer, señor primer ministro, es la voluntad de cambiar de verdad. No de repetir slogans huecos.
Este combate que ustedes dicen liderar contra los altos precios, la ineficiencia y las distorsiones no es más que un teatro sin público. Un ejercicio de cinismo mensual donde todo se analiza, pero nada se transforma. Así no hay plan que valga.
El pueblo ya no cree en decretos ni en videoconferencias. Cree en soluciones. Y eso, desgraciadamente, todavía no aparece en el guion dictatorial.