Por Manuel Viera ()
La Habana.- Tuve que ir a El Vedado a una gestión personal ayer y, mientras estaba cerca del Focsa, unos muchachos de algo más de 20 años que estaban como cuidando un carro se me acercaron para preguntarme si no sabía quién vendiera gasolina.
«No, la verdad no tengo idea», les dije, y les comenté que se enteraban de alguien que me avisan porque tampoco tenía gasolina.
Fue entonces cuando me contaron que eran de Camagüey y llevaban una semana en La Habana. Andaban en un carro de la empresa COPEXTEL, cargado de electrodomésticos que vinieron a buscar a la capital. Traían su tarjeta de gasolina especial pero no conseguían donde echarla por lo que no habían podido regresar a aquella ciudad.
Intentaron pedir ayuda en el gobierno, pero les comunicaron que los autorizos de gasolina están suspendidos y para colmo de males ya se les había vencido el tiempo de hospedaje por lo que ni siquiera tenían dónde dormir.
A ver si lo resumo: dos jóvenes enviados por su empresa a cumplir con su trabajo en la capital que no pueden regresar a su provincia con su familia por falta de combustible y que a más de 500 kilómetros de su casa ni siquiera saben dónde van a dormir. ¡La empresa en mute! ¡El gobierno en mute!
Personalmente yo hubiese cerrado el carro y ya me hubiera ido en un camión para Camagüey. ¡Que vengan a buscar el carro ellos si quieren!
Si mañana amanecen los ladrones de El Vedado haciendo batido con esas batidoras será responsabilidad «del bloqueo» no mía.
Mi abuela diría: ¡Total, pa’ la leche que da la vaca!
No entiendo para qué se hacen tantos planes en Cuba, para qué le asignan combustible a una empresa, casi siempre menos del planificado, para que una tarjeta con el combustible asignado y ya pagado, si al final no hay nada planificado, nada asignado… nada de nada.
Lo triste es que COPEXTEL tiene su sede en La Habana y cuenta con decenas de vehículos en la capital… Nadie en varios días ha podido resolver esa situación. Cosas de la productiva Narnia, que tal vez no me vas a creer.
