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Por Ulises Aquino Guerra ()
La Habana.- Yo quise ser cantante. Y después que lo logré, quise ayudar a los que no tuvieron la oportunidad. A los que estaban en la calle, con muchas condiciones y otros también con mucho talento.
Fui la oportunidad de muchos y a la vez, el dolor de cabeza de la burocracia. Porque hubo alguien que parece que quiso también ser cantante y no pudo, entonces se convirtió en censor.
Ese creó comisiones y jurados para evaluar algo que no se puede evaluar. Porque en el arte 2+2 no son 4. Pueden ser 8 o 26 o cien. Y a veces es 3, o 2, o menos 40.
Y también tuvieron su oportunidad los que además de exigirte cantar bien, exigían la guardia del CDR, los trabajos voluntarios y mil cosas más.
La actitud intachable, y que no se te ocurriera decir que eras homosexual, tenías que ser muy macho, y si no lo era, aparentarlo.
Se de varios que, incluso, se casaron. Otros afeminados que tomaban clases de varonilidad y hablaban con la voz engolada (que los delataba más) para que los parametradores no se dieran cuenta.
También vi a muchos delatar y mentir sobre sus compañeros para que no los dejaran viajar al extranjero y garantizarse un espacio los chivatones.
Han sido muchos años, y he convivido con muchas generaciones, la de mi padre y la de mis hijos.
Pude vivir la etapa en que los ultra revolucionarios se fugaban en balsas, los que ejercían como secretarios del Sindicato a nivel de Institución. Y de la UJC.
Yo no quise irme, y no me arrepiento. Ni por revolucionario, ni por comunista.
No quise porque pude hacer lo que más amaba. Pude servir a los demás, pude demostrar que también hay mucho talento en el altruismo, y porque sabía que esa era la oportunidad de los que no la tuvieron nunca.