Por Yoel Arias Hernández ()
La Habana.- Dicen que el sentido común es el sentido menos común, de la coherencia no he oído nunca nada, y aunque seguro hay algún dicho, lo desconozco.
Ojalá los políticos quisieran ser coherentes. Digo «quisieran», pero se sabe que muchos no pueden o no deben. Ser coherente pasa por pensar, decir y hacer lo mismo. Aquello de que la mujer del César, además de ser decente, tiene que parecerlo, engloba este conflicto. Muchos políticos, la gente común también, por supuesto, no pueden evitar prometer cosas que luego no cumplirán, cuando ganan. Algunas promesas son tan conspicuas (por decir algo) que a muchos nos queda claro, desde la temporada de campaña, que nunca se convertirán en hechos.
Luego están las cosas que hacen, y que dijeron que nunca harían. Esa es la otra cara de la incoherencia política. «Politiquería» cubriría esta parte, pues hay presiones ocultas y oscuros deseos que mueven bajas pasiones. El caso es que no se puede esperar mucha coherencia de los políticos, ya sean gobernantes u opositores. La lengua es el azote del cuerpo y el que guarda su lengua guarda su alma (o algo así). Si esos dos principios rigieran las conductas de los políticos, se cuidarían de DECIR lo que saben que no cumplirán, porque no es lo que PENSARON que iban a HACER.
Cuatro años más tarde…
Perdí la cuenta de cuantas administraciones norteñas han coexistido con la Cuba post 1959. Unas más agresivas, otras más sutiles, pero la idea inicial de generar el giro político en la Isla no cambió nunca. Al menos eso fue lo que dijeron siempre. Para los que siempre están negando los efectos del «bloqueo/embargo», el memorándum ese que se repite en los medios oficialistas cubanos y que data de inicio de los 60’s, existe en la realidad y busca que nos molestemos con los desgobernantes nuestros y los quitemos nosotros, sí, «nosotros», no «los gringos».
Pasó que durante estas seis décadas, las medidas que se tomaron para dificultar nuestra economía, desde el norte -las que se tomaron aquí van en otro artículo, que no es este -cumplían la norma de dejar ver que se hacia algo para «castigar» al gobierno comunista de la isla. Muchas como las leyes Torriceli y Helms- Burton afectaron a terceros por tener un carácter extraterritorial. Casi todas dejaron entrever que, aún con su implementación, Cuba podía comerciar con otros. Aquellos políticos estaban cumpliendo con promesas electorales, pero dejaban margen al gobierno cubano para operar fuera del marco de esas restricciones.
Hace ocho años un empresario millonario llegó a la oficina oval. Era, es y será un outsider de la política y sus normas. Siempre le interesó dejar claro que su actos lo diferenciaban de los demás presidentes anteriores. No fue a una guerra durante ese periodo y estrechó las manos de varios enemigos del norte, como Kim Jong-Un, de la Corea comunista, por mencionar uno solo. Guerras económicas si desató unas cuantas. Mi criterio es que Trump es un as del giro inmobiliario y los medios (media) pero no del complejo militar industrial norteño. De haber tenido invertido allí dos quarters ya otro gallo cantaría.
Trump fue el presidente que tomó las medidas que más «daño» le hizo a las finanzas y al entramado comercial de GAESA, punta de lanza de la economía isleña por su carácter monopólico y su inmenso control sobre las divisas que entran a las arcas del gobierno. Se puede decir que por no ser el típico político se pudo dar el lujo de violar ciertos límites que otros, antes y después, no cruzaron. Límites que muchas veces cuidaban intereses económicos y no principios morales o humanitarios, precisamente. Las «nosecuantas» medidas de Trump en su primer mandato dieron justo donde más dolía. Mi criterio es que hizo en un mandato lo que otros no hicieron en los dos que tuvieron a su disposición.
Me motivó a escribir este texto unas «supuestas medidas» que en breve se implementarían por el nuevo gobierno de Trump. Sería una muestra de coherencia, viniendo de un secretario de estado como Marco Rubio, un furibundo anticomunista, cubano por raíces pero estadounidense por nacimiento. Conoce de cerca nuestro drama migratorio y también su otra cara. La Ley de ajuste cubano, instrumento jurídico único en el tema migratorio, del que nuestra comunidad se ha beneficiado desde su instauración hace más de cinco décadas. Conoce también el uso que se le ha dado, así como a la categoría de refugiado político, algo que él y otros políticos ven como un abuso por parte de ese sector. Todas esas acciones irían directo a eliminar toda la ayuda que reciben los ciudadanos cubanos de a pie, pero que al final oxigenan al gobierno. Buscarían también la coherencia en los emigrados cubanos.
La incoherencia nacional
La Cintumbare (o como se escriba) es el epitome del cubaneo en tierras norteñas. No es suficiente que las redes sociales estén llenas de vaciladores/especuladores que emigraron allá y regularizaron su estatus migratorio vía Ley de ajuste o I220A (o B), vía cortes, donde obtuvieron un caso de miedo creíble para no ser deportados, no, es necesario que exista una INFLUENCER que lo divulgue. Ella hace de su estilo de vida su fuente de ingresos.
Lo mismo que miles hacen en silencio ella lo publica y gana dinero con eso. Alardear de vivir sin trabajar y del uso de los food stamp y otras «bondades» que otorga el gobierno americano es parte de su contenido en redes sociales. No es raro que haya criterios negativos en círculos políticos influyentes cerca de Trump, y Marco Rubio es uno de ellos.
Si Trump critica al emigrante que no se preocupa por incorporar las normas de aquella sociedad y pretenden continuar el estilo de vida negativo que traen de sus naciones, en lo personal vería como muy coherentes esas «supuestas medidas» que andan circulando por WhatsApp y Facebook -y que ya la Casa Blanca aclaró que son falsas. No las deseo ver implementadas porque, supuesto pero no harían más que dejar al descubierto las incoherencias y falta de sentido común de nuestro gobierno y muchos de nuestros connacionales.
Trigo de otro costal
Una decisión que cortara todo suministro de divisas frescas al pueblo y gobierno cubanos es un escenario super serio, casi catastrófico, por un lado. Por el otro dejaría a la vista cómo se ha permitido que esa vía sea la principal con que se engrosen las arcas del Estado.
Las muchas oportunidades perdidas para implementar reformas sustanciales en lo político y lo económico nos han traído hasta aquí. El gobierno norteño no estaría haciendo nada más y nada menos que ser coherente y consecuente con su política.
Si está en contra de una dictadura totalitaria debe actuar para eliminarla.
Si conoce que hay un sector de su inmigración, que no cumple con preceptos básicos de sus estatus migratorios, pues es lógico que quiera enmendar eso.
Si no quiere oxigenar empresas que considera ligadas a los mecanismos de represión (o que acusan marcada corrupción) es muy sensato eliminar su financiamiento.
Somos nosotros como país, como pueblo, los que tenemos, en nuestro mejor interés, que exigir que se eliminen las causas que nos han llevado a vivir como mendigos, no solo de nuestros familiares, muy coherentes queriendo suplir nuestras carencias, si no como un gobierno que anda recogiendo migajas en vez de liberar las fuerzas productivas que, sabe muy bien, darían un vuelco económico al país en un breve plazo.
La coherencia es algo muy difícil de incorporar sobre todo cuando se está a merced de algo, o de alguien, a quién no queremos/debemos/podemos contradecir o combatir. Si nuestra conducta está limitada por prebendas, represión o subordinación incondicional es muy poco probable que seamos consecuentes y muchísimo menos coherentes.
Repito que no deseo que esta bola sea verdad. De verse implementada pasaría, forzosamente, aquello de que «a grandes crisis, grandes soluciones». Siempre ha estado en nuestras manos, seamos coherentes de una vez y para siempre.