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EL CASTRISMO VIVE ALEJADO DE LA REALIDAD DEL PUEBLO

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Ramón García Guerra
La Habana.- Ciertamente, la clase dirigente en Cuba es torpe e inepta; hace cosas que leyeron en un manual de micro economía (capitalista) sin tomar nota de lo que sucede en la realidad.
Pondré un ejemplo muy simple que en la historia de la Revolución se repite mil veces. Esta vez me refiero a la estanflación y a la manera en que intentan dar solución a ese dilema.
El origen de este problema se halla en el manejo irresponsable (o festinado) de las finanzas del país.
Comenzó todo con un grupo de sabihondos que se reunió en una finca en las afueras de La Habana. Estaban en la lista: Carlos Rafael Rodríguez, Raúl Castro, Humberto Pérez, Blas Roca y Osvaldo Dorticós. Dibujaron un país de maravillas sobre una hoja de papel y luego pidieron dinero prestado a medio mundo para realizar aquel proyecto.
Aquello era algo que afectaba a la soberanía nacional, pero nadie fue consultado en Cuba antes de embarcar a todo un pueblo en esa aventura. Luego fue ese pueblo el que pagó los platos rotos y aún sigue con el dogal de la deuda externa atado en el cuello.
Entiendo que la política subdesarrollante que aplica el Gobierno es el principio y el fin de esa aventura, mientras que la economía del país hace de bolsillo roto en las finanzas.
Sucede que hoy se produce un 5% de los alimentos que consume el país allí dónde antes se producía el 50% de los mismos.
Cuando en los años 90’s del siglo pasado se cortó el suministro de la urea de Ucrania, el combustible de la URSS y los equipos de Bulgaria, etcétera, se redujo la producción de alimentos. Frente a esa situación la política del MINAGRI fue triplicar los precios de compra de las cosechas de ajo y cebolla a los campesinos del cordón rojo habanero.
Entonces es que surge una agrocracia en esa región -con DNI español- que cuenta con un patrimonio que supera los miles de millones de dólares y que se extiende del nordeste de Brasil al sur de México.
(Sugiero que consulte el registro de afiliados de la Asociación de Granaderos de Panamá, por ejemplo.)
Luego la fuerza de trabajo que necesitaban estos últimos se resolvió manteniendo ilegales a los «palestinos» en Arroyo Naranjo. Exactamente es esa la política que aplica el Gobierno de España con los marroquíes en Andalucía.
Este es un ejemplo de cómo se redistribuye la renta con la intención de evitar una situación política que les explote en la cara; algo que no resuelve el problema de fondo, pero que crea problemas más graves que hipotecan el futuro de Cuba y los cubanos.
Durante más de seis décadas no han hecho otra cosa que jugar a las chapitas.
Sabemos lo que costó al país el proceso de acumulación de la Nueva Clase (1978-1997), pero ni siquiera imaginamos lo que pudo costarnos una planta industrial obsoleta desde el momento en que fue instalada.
Entérese, Cuba era capaz de producir en 1987 una mezclilla tan grande en un quinquenio (ONEI, 1988) y cubrir con ella todo el territorio nacional.
¡Pero a qué costo!
Desde luego, algo se sabe porque en esa fecha Cuba declaró una suspensión de pagos de la deuda externa.
Entiendo que el hábito de imprimir billetes sin respaldo material es parte de la identidad del Gobierno revolucionario cubano; basta con saber que en 1970 el exceso de dinero circulante era equivalente a un año y medio de salarios.
Esta gente es muy peligrosa, tiene instintos homicidas; hay que quitarle el juguetito de las manos, sino van a hundir al barquito de papel que somos -diría Nicolás Guillén- en el mar de Las Antillas.
Todo lo que sucede nos revela la miopía política de los tecnócratas que se ocupa de la implementación de políticas que sólo reaccionan cuando el techo está a punto de caernos en la cabeza.
Este es el colmo de un presentismo que los pone al borde del colapso, mientras que un pueblo con el agua al cuello se hunde en un pantano.
El instituto que crearon para representar a las Pymes habla de estatalizar la economía; nada se dice de la falta de un mercado mayorista, del déficit de bienes de capital, de la ausencia de fondos de estímulo a la inversión, de la carencia de un mercado oficial de divisas.
Eso sí, esta gente no se olvida de que hay que bancarizar las finanzas de las Pymes o hacer valer el monopolio del Estado en el comercio exterior en ese sector.
Saben que hay que ordenar esa economía, porque así lo indican los manuales que han leído.
Explica eso la total desconexión de esa políticas con respecto de las realidades del país, como les sucedió con la Tarea Ordenamiento, por ejemplo.
También es verdad que la calidad de esos tecnócratas es reducida; ellos no son los Humberto Pérez, los José Luis Rodríguez o los Francisco Soberón en el pasado. Ahora solo les quedan unos pocos bodegueros en la nómina, como los Murillo, los Gil o los Marrero.
Luego se conoce la historia de los economistas académicos en las últimas tres décadas.
Desde los reformistas pro mercado de la década de 1990, hasta los partidarios del modelo chino o vietnamita de la década del 2010; pasando por los econometristas de las décadas de entre siglos que despolitizaron la ciencia económica.
Vemos hoy a un gremio fortalecido, capaz de encontrar una salida del laberinto en que nos han metido. Aunque nos harían faltan -según mí opinión- algunos Karl Polanyi entre nosotros.

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