Por Manuel Viera ()
La Habana.- He tenido hoy un desencuentro con este sujeto que responde al nombre de Juan Carlos Cremata Malberti. Incluso he sido atacado en su página por algunos de sus seguidores, que de forman tan irrespetuosa, como la de él, han intentado justificar el ataque a una figura de nuestra cultura.
Quienes me conocen saben que para mí el respeto es una religión. He preferido no hablar del tema pero a Juana Bacallao la conocí personalmente, tuve la dicha de conversar con ella en varias ocasiones y la considero la última diva de la época de oro de nuestra cultura. Y nuestra cultura tiene que ser sagrada.
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Por mucho tiempo vi a Cremata como una figura culta, como un intelectual…y hace algún tiempo comencé a seguir su pagina de Facebook, dedicada más que nada a una especie de humor que ni es blanco ni es negro… es más bien un pujo…

No sé qué esté usando por allá, por aquellos lares, pero sea lo que sea le esta afectando mucho. Sus comentarios son siempre irrespetuosos, cargados de malas palabras y dejando ver una falta de modestia absoluta, al punto de que el tipo se cree dios cuando ni siquiera ha llegado a apóstol. Le recrimina a muchos que no son nadie tal cual si él mismo fuese Steven Spielberg.
Juana Bacallao es Juana la Cubana… una mujer muy divertida, inteligente y educada que vivió metida en un personaje que la hizo representante de nuestra cultura por el mundo, Juana era la reina del Cabaret y era tan de pueblo que ni siquiera recibió un funeral digno a la altura de otras divas como Rosa Fornes, Alicia Alonso, Maria de los Angeles Santana o nuestra Celia Cruz.
Algún día, en libertad, habrá que homenajearla como merece. Nos ha quedado esa deuda con ella. Y es que muchos fuera de Cuba suelen recriminar a muchos por no levantar su voz contra el sistema politico, pero soy del criterio de que si fuésemos a crucificar a todos lo que no han levantado su voz, terminaríamos crucificando a millones, incluidos muchos a los que les salieron dientes solo cuando cruzaron el mar. Terminaríamos llevando a cabo un holocausto.
Dejé de seguir al señor Cremata, más que nada porque donde no hay respeto no puedo estar. Una cosa es la diversidad, el libre pensamiento, y otra muy diferente es atacar la cultura o a un ser humano sin respeto.
Un pueblo que ataca a su propia cultura es un pueblo que se suicida y un cubano que lo permita no es un buen cubano.
Algo me ha llenado de satisfacción y es el saber que no todo está perdido y que aún en su propia página he recibido más apoyo que él mismo. ¡El respeto lleva siempre la razón! ¡Respeto a quien respeto merece!
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