Por Gretell Lobell
Mantilla.- La vida se trata de elegir y ¡qué bien poder elegir! Elegir el jevo, el trabajo, el país, los amigos, el color de las uñas, la ropa que llevas. Elegir compañía de teléfono, producto orgánico, carne roja o blanca, pescado, presidente entre varios, asamblea más pequeña, trabajo, sitio donde vivir, visitar. Es lo más parecido a la felicidad o la propia felicidad.
Elegir debería ser la única opción. No como yo que le compré al mypimero unos pomos sellados, uno de detergente amoniacal, otro de fregar y en mi paranoia vigilando la bici moto y los que eligen vivir de mí, olvidé cual era uno u otro.
Fui al pomo que tenía etiqueta y decía jugo de limón y el otro pues sin etiqueta y ahora ando probando cuál de los dos me despelleja la mano.
Un hermoso y bendito día para aquellos que sí pueden elegir. Nosotros los del voto unido, nunca mejor dicho, debemos andar en modo «¡a mi la p… darlin!».