Por Esteban Fernández Roig Jr.
()Miami.- Ayer le di gracias a Dios, pero en realidad le doy gracias al todopoderoso todos los días. Le agradezco todo, y solo le pido “paz y tranquilidad” para mí y para mis seres queridos.
La tranquilidad -con esfuerzo y perseverancia- logro obtenerla. La paz espiritual me la brindan 10 o 12 personas que me quieren. Sobre todo una.
Gracias porque por primera vez en toda mi larga vida hago lo que me da la gana. Vaya, lo que me da mi reverenda gana. Gracias por permitírmelo.
Escribir lo he hecho siempre, pero desde hace dos años escribo sin interrupciones. Y nunca he estado más prolífico en la escritura.
Vivo en el mejor lugar del planeta: en Miami, donde -después de Güines- siempre he querido estar.
Disfruto del clima, de la naturaleza, de la mejor comida cubana del planeta y del cubaneo fino, logrando evitar la chusmería y la chavacanería.
Con respecto a mí, mis amigos están contentos, porque no ostento riquezas ni lloro miseria.
No envidio a nadie, ni quiero parecerme a nadie, ni copio ni imito a nadie.
Cuando era un niño quería ser Roberto Ortiz, Rolandito Barral, Elvis Presley, todo menos ser “Estebita” y ahora solo quiero ser “‘Estebita”. Sin títulos rimbombantes ni ego desmedido.
No me interesa ser feo ni bonito, ni gordo ni flaco, ni rico ni pobre, ni viejo ni joven, solo deseo seguir disfrutando del cielo azul, de la lluvia, del mar, del olor a ceésped mojado, y del respeto de los patriotas cubanos.
Y te agradezco Dios mío, por poder disfrutar de esta vida, de un amor, y del cariño de dos hijas, tres nietos y dos yernos.
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