
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Jorge Sotero
La Habana.- El amigo Oscar Durán fue demasiado duro con los dirigentes cubanos. Casi dice -o lo dice- que Manuel Marrero, Díaz Canel. Federico Hernández, Ulises Guilarte y no sé cuántos más están pasados de peso porque son unos comelones, de esos que no se pueden contener ante los manjares que se encuentran en cada momento de sus días. Pero hay que entender cosas.
Cuando cualquiera de ellos despierta en las mañanas, ya con el sol afuera, porque heredaron la vieja costumbre del fallecido comandante de despertar tarde, desayuna opíparamente en sus respectivas mansiones. El estrés que genera la preocupación por lo que tienen que hacer en el día, casi siempre en sus autos y oficinas refrigeradas, hace que coman un poco más de lo que debería hacerlo un ser humano común.
Luego vienen las meriendas, los almuerzos copiosos, aderezados con buenos vinos, alguna cerveza, un buen wishky para la sobremesa. Incluso hasta un buen puro. Y eso tampoco es bueno para el estrés, porque siguen pensando en lo que tienen que hacer en lo que resta de día.
Tras el almuerzo y una siesta rápida, a veces en la misma oficina, tienen una merienda a media tarde, con buen pan, quesos importados -claro, porque los cubanos no existen o son peores-, algún jamón español, mejor si es Pata Negra, y un buen café. Luego de eso, no tienen más deseos de trabajar y, si acaso, reciben a una delegación que despiden rápido, y cuando cae la tarde, con el estrés de la jornada, regresan a sus casas y, como hace calor, se meten en sus piscinas, con algo ligerito para picar.
No hay que ser exagerados. Pueden ser unas masitas de cerdo fritas, unos camarones rebosados, unas colitas de langosta, que comen mientras ‘bajan’ un buen wishky, para espantar el estrés del día, provocado por la situación del país.
Luego, algunos prefieren no cenar, porque no es bueno dormir demasiado llenos, y se inclinan por un yogurt de sabor y alguna tostada, que a veces son muchas porque el estrés genera ansiedad. Y de eso ellos saben mucho.
Nada, amigo Oscar, los dirigentes cubanos están gordos por estrés. No hay más explicación.