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¿POR QUÉ ESTÁN GORDOS LOS DIRIGENTES CUBANOS? I

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Por Oscar Durán

La Habana.-  Mi amigo Manuel llegó a pesar 210 libras en algún momento de su vida. Ahora uno lo ve caminando por la calle del pueblo y da lástima, parece estar enfermo. Fue panadero toda su vida, pero con la pandemia lo mandaron para su casa y nunca más ha podido trabajar. Si lo llevamos a una división de boxeo, el Manu es un peso pluma ahora mismo.

Como mi amigo, hay millones de cubanos a lo largo de la isla pasando por ese nivel de desgracia. Gente de a pie que se levanta con tres varas de hambre y se acuesta con siete. Así está Cuba, menos sus dirigentes.

Empecemos por Manuel Marrero. ¿Usted ha visto la barrigona del Primer Ministro? Obviamente, ahí no puede existir una dieta balanceada ni un plan de algún nutricionista. Marrero debe almorzar carne de res con bastante grasa por arriba del arroz, el banquete de comida es con carne de cerdo y, antes de acostarse, se come un pan con jamón bien rebozado de mayonesa y después cae rendido placenteramente. Este gordazo es el primer botón de muestra, pero hay más.

Miguel Díaz Canel es otro que se las trae. La primera barriga de la dictadura, posiblemente, use faja. Imagínense, tiene de todo en su refrigerador, está a tiempo completo sentado frente a un aire acondicionado y, cuando sale fuera del país, visita los mejores restaurantes con el dinero del pueblo hambriento.

Pero dejemos la cúpula a un lado, vamos a bajar un poquito. ¿Qué me dicen de Federico Hernández, Primer Secretario del Partido en la provincia Camagüey? Estamos en presencia de un físico muy parecido a la Rotonda de la Ciudad Deportiva. ¿Cómo pueden llegar a pesar tanto? Fácil. Antes de llegar ahí, pasaron mucha hambre, ahora la dictadura le garantiza cualquier cantidad de alimentos y están pensando todo el día en comer y beber. Se llama Gula, por si no lo sabían.

Y cierro con una anécdota, para que vean hasta donde llegan estas criaturas con el tema de la “jama”. Cuando Ulises Guilarte de Nacimiento era el mandamás de la desaparecida La Habana, el equipo de pelota de esa provincia había derrotado, en Nueva Gerona, a la Isla de la Juventud  y estaban en semifinales. Entonces, las máximas autoridades del Partido prepararon un recibimiento en el Surgidero de Batabanó, donde había una mesa buffet con todo. Guilarte de Nacimiento llegó de primero al lugar, pero no podía tocar un solo alimento porque los peloteros aún no llegaban. El tipo miraba y miraba aquello y empezaba a sudar. De momento, comenzó a bajar el equipo del Catamarán y pronunció un discurso de 20 segundos -literal- con el disparate más grande de la historia.

“Estamos muy orgullosos de ustedes, en especial, por el bateo oportuno de Yadier Pedroso y el gran pitcheo de Ernesto Molinet. No los demoro más, coman y disfruten. Lo merecen”.

Esa barrabasada le costó explotar para arriba. Como casi siempre ocurre con estos gordiflones.

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