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Por Oscar Durán
El presidente del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de mi barrio vende ron, langosta, carne de res y cigarros. En la puerta de su casa hay un letrero bien grande con la palabra PRESIDENTE. Lleva 25 años en ese cargo y, a veces, de manera jocosa lo llamo por Gerardo Hernández. Coge tremenda molestia. Me dice: “prefiero que digas Juan Contino y no el nombre de ese espía chivatón”.
¿Para qué sirven los CDR en estos momentos? No le veo utilidad alguna. Ni siquiera para recoger el dinero de las MTT y la cotización. Ya nadie está para esa pantalla. Fíjate que de las donaciones de sangre ni Gerardo habla. Las guardias cederistas acabaron, aumentando así los niveles más altos de robo que se recuerden en el país.
Si el espía, máximo dirigente de la organización, piensa que con su mandato los barrios han cogido un nuevo aire, anda muy embarcado. En cada cuadra, 62 mil ladrones; y en cada barrio, millones de opositores. Esa mezcla es el legado de Gerardo.
Es verdad, todavía quedan dos o tres mamarrachos que se prestan para hacer actos de repudio, pero cuando están a solas o en círculo familiar íntimo, se jalan los pelos de arrepentimiento. Nadie va a gritarle gusano a otra persona por convicción, más bien lo hace obligado para no perder un cargo, el viaje a Venezuela o el combustible para el carro.
Todo se le va destruyendo a la dictadura y ellos como si nada. ¿El Fanguito salió a las calles el 11 de Julio? Pues allá va Gerardo a repartir regaderas y a decir que la Revolución no dejará a sus hijos desamparados. Son unos desfachatados estos dirigentes políticos, pero más desfachatados somos nosotros que con una regadera nos quedamos conformes y no le cantamos las cuarenta al primer barrigón que nos venga a hablar sobre la importancia de los CDR en la tranquilidad del país.
La única tranquilidad es tener asegurado un plato de almuerzo y comida todos los días. Ya nadie está para discursos inservibles y campañitas ideológicas obsoletas. Por si no lo sabes, Coordinador Nacional, dentro de tu organización hay indisciplina social (robos a toda hora), ilegalidades (ventas clandestinas hasta de drogas), delitos (desde femicidios hasta asesinatos con pistolas). A todo eso le sumas la falta de honestidad y decencia de algunos presidentes de CDR que te mandan un mensaje por whatsapp para preguntarte si quieres comprar 10 libras frescas de carne de res.
Por esa línea andamos hace bastante rato, aunque el 28 de septiembre Gerardo no te garantice un vaso de caldosa.