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Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- Hoy el viaje va matizado con los Van Van, pero los de verdad, los de raza, los que le halabas el pellejo del «cocote» y no chillaban. Arrancó con «La titimanía». Al contrario de lo que creen muchos, no sólo escucho Rock, aunque sea mi música preferida. Van Van tenía una sonoridad única y siempre cupo en mi cerebro.
También hay que reconocer que en estos tiempos, cualquier cosa me hace agua los ojos. Eso del Buey Cansao es muy fuerte cuando sabes que te esperan una croquetas inventadas con lo que quedó de un picadillo de pollo.
Aparece «Disco Azúcar» y se hace un nudo en la garganta. Angelito Bonne me dice, en mi cara, que hay azúcar por aquí, sí hay azúcar. Eso no se hace Angelito. No seas cruel. Sí hay azúcar, coño, pero a trescientos pesos la libra de 14 onzas. No sé tú… pero yo, no seré diabético nunca.
Mi tema preferido de la orquesta es «Seis semanas». Bello tema, pero estoy tan sensible que al escuchar que hoy se cumplen cuando más seis semanas, seis semanas que marchaste sin rumbo, seis semanas que no sé donde estás, lo primero que viene a mi mente son las cajetillas de cigarros fuertes con filtro.
El chofer, sádico como es, selecciona los temas para herir a sus transportadas almas en pena. Se ha bajado con «El carnicero es un cancha». Eso no se hace, compañero chofer. Hiere la sensibilidad de una pila de gentes y además aquellos seres se extinguieron como los tigres diente de sable o los mamuts. No se juega con esas cosas.
Es difícil mantenerse ecuánime escuchándolos. Dice otro tema «esto te pone la cabeza mala, la cabeza mala…» ¿Qué idea podían tener de lo mala que puede ponérsete la cabeza? Mala no clasifica como adjetivo para definir cómo se pone. He llegado a pensar que eso que tengo del cuello para arriba no es ni una cabeza.
Eso, que se da un aire a mí, es un aparato recargable que se encarga de que el corazón mueva sangre y que el oxígeno recorra el cuerpo y que haga pipi y caca y alguna que otra funcioncilla. Aunque hay que reconocer que les quedó bien pues hasta duele a veces y te hace creer que es cabeza en verdad.
Siguen los temas pero ya estoy al bajar de la guagua. A pesar de lo que me provocan esas canciones, las agradezco.
También propongo al Ministerio de Cultura, les sea cambiado ese apodo de «La locomotora de Cuba». Creo no es justo pues, con el déficit de combustible actual, tal parece que los Van Van están parqueados en hangares sin producir. La grandeza histórica necesita más movimiento.