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Por Jorge Fernández Era ()
La Habana.- Anteayer me comuniqué con Alina -la doctora Alina Bárbara López Hernández- y le pedí hiciera su protesta pacífica del martes frente al Parque de la Libertad de Matanzas después de las tres de la tarde.
Quería dirigirme hacia la Atenas de Cuba si las circunstancias me lo permitían, era importante acompañarla en el Aniversario 102 de la Protesta de los Trece y el segundo de que decidiera pararse ante la estatua de José Martí los días 18.
Era difícil, pero no imposible, que yo pudiera salir de La Habana. La casualidad hizo que a Laide le planificaran ayer la segunda operación de catarata, esta vez en el ojo izquierdo. De la primera quedó muy bien, sin complicación posterior alguna.
Ayer, a las siete de la mañana, ya estábamos en el hospital. Confiaba plenamente en la profesionalidad del equipo de doctores que la atiende, tenía esperanzas de que saliéramos de allí antes del mediodía, de manera que pudiera dejarla con su mamá y partir al encuentro de Alina.
Nada de eso. Complicaciones con la presión arterial de dos de los diez pacientes derivaron en el aplazamiento de la intervención quirúrgica de Laide y de un señor mayor, quienes tendrán que esperar hasta nuevo aviso.
La agotadora jornada, tanto para mi esposa como para su mamá y para mí, duró más de doce horas, llegamos a casa a las seis de la tarde.
Me esperaba un audio de Alina pidiéndome información sobre nuestro hospitalario día. Descansé tranquilo al saber que no había tenido contratiempos en su protesta del Parque de la Libertad, pero hoy amanezco enterándome de que a Leonardo Romero Negrín no solo lo detuvieron y guardaron en calabozo, sino que lo golpearon simplemente por ejercer sus derechos frente al Apóstol del Parque Central con una pizarra y un «Hasta cuándo».
Leo Negrín no es de agredir físicamente. Cualesquiera hayan sido sus expresiones hacia los esbirros que lo detuvieron, no hay justificación alguna para tal abuso de poder, que no hace sino demostrar cuán impotentes se vuelven a medida que la gente se impone a la presión del miedo y se rebela contra tanta barbarie política, económica y social.
El mes próximo se cumplen años redondos de dos importantes acontecimientos de mi vida. El 6 de abril de 2023, en un aparatoso y ridículo operativo de cuatro Suzuki aparecidas cual película del sábado, fui detenido por primera vez.
Tras la detención fui conducido a la Unidad de la PNR de Aguilera, donde finalmente se me abrió expediente judicial por cuatro delitos (reducidos al de «Desobediencia» con posterioridad) y se me impuso (con el fin de impedir mi huida de Cuba no fuera a ser que me quitara de encima una segura cadena perpetua por mis fechorías) dos medidas cautelares aún vigentes: la prisión domiciliaria y la prohibición de salida del país.
La primera la he violado y la seguiré violando cada vez que me salga de mis… folios. La segunda impidió que Laide y yo viajáramos a España en junio de 2023 a la presentación de cuatro libros, dos editados por mí en la península ibérica y dos de cuentos que nos fueron publicados en Valencia.
El segundo hecho cumpleañero que me atañe es que el 18 de abril, también de 2023, me paré por primera vez, en solidaridad con Alina y con su causa (que es la mía), frente a un monumento a Martí. Solo he dejado de hacerlo ante circunstancias como la de ayer.
Que alguno de los que aún defienden las injusticias del régimen, que cada vez se desnuda más como la dictadura que es, fundamente aquí como comentario qué Ley de Proceso Penal o qué Código ídem estipula que un ciudadano de este país sin hechos violentos de ningún tipo, que solo utiliza la palabra como denuncia o como manera de hacer reír a sus compatriotas en medio de una realidad calamitosa, que utiliza como modo de protesta algo que aplaudirían a cuatro manos los peores regímenes totalitarios de la historia, esté restringido de derechos durante veinticuatro meses consecutivos sin que fiscal o autoridad judicial le comunique razón y mucho menos atienda reclamaciones legales realizadas de acuerdo con la Ley.
Que se planifiquen las fuerzas represivas desde ya si pretenden impedir que el próximo 18 de abril viaje a Matanzas a «celebrar» estas importantes fechas.
Solo lograrán contenerme si me detienen para que Unonoventaicinco u otro sicario me torture sicológica o físicamente.
Tendrán que hacerlo también para contener la presión que ejerceré en lo adelante para que el Minint y sus dependencias acaben de definir mi caso, me echen la cárcel que según ellos merezco o me liberen de cargos, como dicta el sentido común y definen los intocables principios de justicia social que se supone defienda un Estado de Derecho como el nuestro.