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Oscar Durán.- No sé por qué estoy escribiendo de la Serie Nacional de Béisbol. Ese torneo no merece cobertura por parte de la prensa. Aquí incluyo hasta a los horrendos diarios Granma y Juventud Rebelde. Es un evento carente de todo, tan malo como el picadillo de soya que te vendió ayer el carnicero.
Pero si les soy sincero, me motivé a escribir de pelota porque ayer pasé por algunos barrios de Moa y veo a mucha gente cocinando con leña. Y dije: caramba, no hay mejor ganador para todo un país que Las Tunas. Nos sentiremos muy identificados.
Si entramos en materia, Las Tunas, junto a Granma y Matanzas, son los equipos más estables de la última década. Los tuneros se van a pasear a Industriales en cinco juegos y veremos un equipo muy superior en todos los aspectos de juego. El béisbol en la capital -y en Cuba- ha decaído un mundo y ya tiene un nivel bastante parejo con respecto a los demás conjuntos. En ese sentido, la tropa del Portal del Oriente cubano sale con ventaja porque ha mantenido la base del grupo, liderados por el eterno Danel Castro, los hermanos Alarcón, el recién incorporado Rafael Viñales, Héctor Castillo, Alberto Pablo Civil, Alejandro Meneses, Keniel Ferraz, Denis Peña, entre otros. Además, tienen el plus de contar con Roberto Baldoquín, un jugador con experiencia en el sistema de MLB y de mucho aporte en el elenco.
Industriales, por su parte, ya no es ese team de años atrás. Si vemos la plantilla, nadie mete susto en la alineación, exceptuando a Yasmany Tomás. Los lanzadores son muchachos jóvenes con condiciones, pero con cero experiencia en finales. Incluso, me atrevo a decir que los azules salen como hembra en las apuestas. Aquí la historia no cuenta por más que quieran encumbrar a los capitalinos en ese sentido. Las Tunas los va a pasear a sus anchas; de hecho, es el rival más accesible que pudieron tener en esta instancia.
Posiblemente me embulle y alquile un carro desde Moa hasta el Julio Antonio Mella. Quisiera llegar temprano y coger una buena posición para gritar “Ruge Leona” hasta que la garganta se me rompa. No me meteré con los tuneros, que, por cierto, no son santos de mi devoción, pero al menos le dicen los leñadores y me siento identificado con ellos.