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(Tomado de las redes sociales)
La Habana.- El influencer cubano Nelson Álvarez, El Porfiao, envió una carta pública al presidente designado, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. «La patria está muriendo», afirmó.
«El pueblo cubano es un pueblo digno, heroico, así lo demostraron nuestros mambises. Nuestra gente es gente de bien, no posee una idiosincrasia de violencia, aunque es de valor probado, durante años fue un pueblo que creyó en aquello que le fue prometido. Esperó pacientemente, dio todo cuanto se le pidió, cuánto se le exigió, se sacrificó, resistió en aras de una ideología adormecedora».
«Fue internacionalista, colaborador. En fin, nosotros cumplimos la parte que nos correspondió en cada uno de los momentos en que nos fue demandado, pero señor, han pasado 64 años y estamos hablando de más de medio siglo en que ni triunfos ni glorias alcanzadas lograron reflejarse en nuestra calidad de vida».
«Hoy en día ni la Educación ni la Medicina son ejemplos, teniendo en cuenta que forman parte de los sectores que más degeneraron en el decursar de estas décadas en que la vida del cubano simplemente devino en angustias y carencias, en nombre de un bloqueo que parece más un pretexto que un motivo por la desigual forma de incidir en nuestra sociedad. Donde no afecta a todo ni a todos del mismo modo».
«No existe mayor evidencia que la propia realidad. Ahí están los lujosos hoteles a lo largo del litoral norte de La Habana. Esos que ni el bloqueo ni las más de ‘240 medidas anticubanas’ lograron ralentizar su expedita construcción. Mientras la desvencijada arquitectura de la ciudad capital corre la peor de las suertes».
«Sería larga la lista de ejemplos en los que el embargo no se hace notar, como también resultarían innumerables en los que carga con la culpa, especialmente en aquellos que laceran singularmente las condiciones de vida del pueblo».
«Señor, lentamente y con la sutileza de un ladrón en la noche, el pueblo fue perdiendo la fe. Aquella efervescencia, aquella idolatría, demasiado larga la espera por ‘la tierra prometida’, señor presidente».
«El cubano ha tenido que sortear durante más de seis décadas los avatares de un malvivir, de la desesperanza y la falta de sueños. Muchos decidieron probar suerte en otras tierras, dejando atrás lo más querido. Familias mutiladas, amores fracturados por la malsana distancia que nos ha dividido».
«Por otra parte, el crecimiento exponencial del índice de violencia en nuestro país se torna alarmante, así como el progresivo aumento del consumo de alcohol y sustancias estupefacientes entre nuestra juventud».
«Podríamos, señor, llegar a un punto de no retorno. Sin dudas se evidencia una señal de deterioro social y tomar urgentes medidas al respecto se hace indispensable. ¿La primera? Buscar las causas del fenómeno sin maquillajes ni excusas absurdas».
«Hoy, pasada más de la mitad de la vida de esa generación de la que formo parte y a la que se le escurrió la existencia sin apenas darnos cuenta, nos encontramos en la peor de las realidades, a la sombra de promesas incumplidas, malas gestiones y fracasos incontables, que, sin duda, han repercutido de manera muy dolorosa en nuestro vivir».
«No creo, señor presidente, que deba existir principio o doctrina alguna que sólo demande de un pueblo sacrificio y agonía. Ni revoluciones que reclamen tan alto costo en nombre de lo que en estos tiempos resulta obsoleto, desfasado y caduco».
«Señor, la terquedad es la antítesis del sentido común y del raciocinio. Ya la gente no quiere escuchar más la retórica nauseabunda que se ha venido repitiendo año tras año sin resultado ostensible alguno. Mi pueblo ya no quiere escuchar de batallas libradas ni épicas contiendas. Solo quiere vivir libre sin que eso constituya punible herejía».
«Jamás quien le escribe ha sido partidario de la violencia, de actos vandálicos ni de marchas cuyas consecuencias sólo servirían para enlutar aún más a un pueblo triste y cansado. Es por eso le pido, marche usted con nosotros, despójese antes de su condición de presidente y comparta nuestro día a día con todo lo que ello implica: calamidades, angustias, sobresaltos, carencias, vicisitudes. En fin, nuestra vida».
«Luego retome usted su estatus presidencial y haga lo que crea menester, según le dicte su conciencia después de sufrir unas horas lo que nosotros durante años. Tiene usted para tal fin un lustro (cinco años) más y con él las facultades y prerrogativas».
«Nuestro José Martí dijo: ‘El respeto a la libertad y al pensamiento ajenos, aun del ente más infeliz, es mi fanatismo, si muero o me matan, será por eso».