SI TE ENFERMAS EN CUBA… (II)

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Por Oscar Durán

La Habana.- Potencia médica ni potencia médica. Impotencia es lo que tenemos por tanta negligencia y desfachatez ante la incapacidad gubernamental de cuatro barrigones cara de guantes. Y que nadie me venga a hablar de bloqueo porque estoy hasta los cajones de la misma cantaleta.

En estos momentos no hay nada salvable en Cuba. El mismísimo apocalipsis. Veía unas imágenes del hospital de Bayamo y me dieron ganas de llorar. Ni enfermarse puede el cubano. Pobres ancianos que no tienen un mínimo de atención médica. ¿Cómo un padre le calma un dolor de muela a su hijo? Si a alguien hay que operarlo de urgencia y no se puede, ¿qué hacer en esos casos? Ay, Cuba, como dueles. Pasan los días, los años y seguimos peores. Somos un pueblo triste, desolado. Si no tenemos el dinero para largarnos, estamos condenados a morir.

Según cifras de medios independientes, la dictadura tiene 24 mil médicos en misiones internacionalistas. Me alegro por esos galenos que están locos por irse y mejorar sus vidas, pero ¿cómo el régimen tiene los santos timbales de dejar a los suyos sin recursos humanos y hundir, aún más, un sistema de salud deplorable?

La pandemia dejó al descubierto todas las falencias de un sector destruido con el paso de los años. De tener uno de los mejores sistemas primarios de salud -dígase consultorios médicos y policlínicos-, a ser un desastre en todos sus niveles.

Es inevitable no enfermarse en una nación con un nivel de insalubridad muy grande. Las estadísticas nunca van a salir, sin embargo, la lista de personas fallecidas sin atención médica debe ser enorme. ¿Se acuerdan en la clase de historia donde nos enseñaban que en el Machadato había una insalubridad muy grande? Bueno, en el Castrismo-Canelismo la tenemos y peor, a pesar de la charlatanería barata de que somos potencia médica.

Yo entiendo a mi colega Jorge Sotero y su punto de vista de acudir a la medicina tradicional. Sí, muy bien eso, Jorge, pero recuerda que hay gente -mucha- sin siquiera un recipiente para servirse un cocimiento.

No damos más, es una desgracia tras otra. Las enfermedades uno no las busca, nos caen de la nada hasta por falta de caldero. Y si no tenemos un sistema de salud que responda, pues llegamos al final.

Un consejo sano: si te sientes mal, busca en Google cómo solucionar el tema. Compra por la izquierda los medicamentos y ni se te ocurra ir al hospital. Llama mejor a un amigo médico, explícale bien los síntomas y cumple sus orientaciones. Ojalá y ese galeno esté fuera de Cuba y se haya superado como profesional porque, con todo respeto, confío muy poco en los médicos que están aquí. Ustedes saben.

Ahora, el problema más grande está en que si no tienes teléfono para googlear tu enfermedad, ni un centavo para adquirir medicamentos y, mucho menos, un conocido del sector de la salud para que te ayude con un diagnóstico, solo tienes una opción: encomendarte a San Rafael, el médico divino.

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