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LUIS RUBIALES, ALUMNO AVENTAJADO DE FIDEL CASTRO

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Por Fernando Clavero
Madrid.- Todo el escándalo generado alrededor del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) me sorprendió en Madrid, a donde llegué hace unos días, invitado por mi exesposa, con la intención de que pase unos días con mis hijos, a los cuales no veía desde antes del coronavirus.
Admito que soy fan del Fútbol Club Barcelona, razón por la cual nada de lo que acontezca en el mundo del más universal me es ajeno. No solo en España, sino en cualquier lugar del mundo, razón por la cual he seguido al pie de la letra todo el escándalo generado por el beso de Rubiales a Jenni Hermoso, tras ganar España la Copa del Mundo para mujeres, en Sydney, Australia.
Ahora mismo, el tema Rubiales desplazó a lo relacionado con el casi imposible fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid, antes de que termine el mercado de cambios, el 1 de septiembre.

Pero hoy, que he estado todo el día en casa, he visto lo que ocurrió en la reunión de la Federación y la forma en que el personaje de marras se justificó en cada momento. Luego de escucharlo y aún con conocimiento de que miente, por momentos he pensado que dice la verdad, que se ha abierto el pecho y ha hablado con el corazón en la mano. Su histrionismo es tan real que creo que pudo haber llegado a estrella de Hollywood de haberse dedicado a la actuación.
A su lado, Antonio Banderas, Javier Bardem, Karra Elejalde, Jordi Mollá, Martiño Rivas o Luis Tosar serían niños de teta, principiantes, unos novicios que apenas merecerían un protagónico en alguna película o serie de poca monta.
Desde que asumió como presidente de la RFEF, hace poco más de cinco años, Rubiales siempre ha estado en el punto de mira. Solo hay que recordar que meses después de su estreno, en plena Copa Mundial de Rusia 2018, decidió rescindir el acuerdo con el seleccionador Julien Lopetegui, porque este había formado un pacto con el Real Madrid, de lo cual él estuvo al tanto.

Desde entonces para acá, llovieron los problemas para el federativo, que parece haber sido alumno de Fidel Castro, por esa manía de culpar a otros de sus propios errores y de encontrar siempre un chivo expiatorio que cargue con sus culpas.
Su verborrea, la manera en que enfatiza las frases que quiere que las personas fijen, cómo lleva a su escenario a aquellos que le halan la leva, y cómo se molesta cuando se siente acorralado, además de ser un mentiroso empedernido, lo hacen casi un alumno del fallecido dictador cubano, especialista en esas artes de defenderse como gato boca arriba, y luego atacar, incluso hasta hacer daño, o matar, a sus enemigos.
Hay tantos casos en la historia de Cuba que citarlos llenaría muchas páginas.

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