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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- El primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, recuerda que en diciembre de 2024 anunció la aprobación de medidas materializadas ahora en el tarifazo de ETECSA. Conviene precisar 2 cosas: aquel anuncio rebasó el plano empresarial. Además, hay un aspecto político que parece querer soslayarse.
El objetivo de las acciones “aprobadas” para ETECSA en diciembre 2024 rebasaba el ámbito de la propia empresa. Esto es porque aspiraba a restituir la escala que hasta hace poco habían tenido las exportaciones de servicios de comunicaciones como una notable fuente de divisas del país.
Hay otro aspecto, no enunciado explícitamente, sobre la función de la elevación de tarifas en un plan de macroestabilización. Este plan se aplica como programa de austeridad. Así no solamente reduce déficit fiscal, sino que también contrae la demanda real basada en ingresos del trabajo.
El contexto de austeridad que genera salarios estatales y pensiones de miseria tiende a restringir el mercado interno en moneda nacional. Es la razón por la que se favorece una demanda de comunicaciones financiada con remesas.
El problema es que las remesas no pueden estirarse mucho porque también financian una parte notable de otras necesidades básicas como la alimentación. ETECSA opera en un mercado interno de ingresos reales decrecientes y en un mercado limitado de divisas.
Más allá de las cuestiones macroeconómicas, el alza de tarifas de comunicación agudiza el empobrecimiento. Además, incrementa la exclusión social en un entorno socioeconómico de salarios estatales y pensiones de miseria.
Existe una importante dimensión política del tarifazo de ETECSA sobre la que oficialmente no se habla ahora. Hasta hace poco tiempo era glorificada oficialmente: la llamada “batalla comunicacional” conducida como “debate mediático en tiempos de redes digitales”.
La eventual limitación del acceso a servicios básicos de comunicaciones no necesariamente se limitaría a ser el “resultado” de una acción económica (alza de tarifas). Sin embargo, las mayores tarifas pudieran funcionar como un “arma” de la “batalla comunicacional”.
Parece dificultarse progresivamente la efectividad de un relato oficial más desgastado por la propia realidad que por el contenido del mensaje. Una hipótesis pudiera ser pasar a desnivelar el “campo de batalla” digital aprovechando el monopolio estatal sobre las comunicaciones.