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‘ANDOR’: UNA SERIE QUE RETRATA LA REALIDAD CUBANA

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Por Albert Fonse ()

Recomiendo esta serie sin pensarlo dos veces. Aunque soy fan del universo Star Wars, no hace falta que te guste la ciencia ficción para valorar lo que Andor muestra. Esta no es una historia de sables láser ni de héroes invencibles. Es un retrato político descarnado de cómo opera un régimen totalitario y de cómo nace, sobre el miedo y la desesperación, una resistencia. Para quienes hemos vivido bajo dictaduras como la cubana, Andor golpea cerca del pecho.

La maquinaria imperial que domina la galaxia recuerda al aparato represivo del castrismo: vigilancia total, control del pensamiento, propaganda, castigo colectivo. No hay ciudadanos, solo súbditos vigilados. El Buró de Seguridad Imperial funciona como una versión galáctica de la Seguridad del Estado cubana. Interrogatorios psicológicos, espionaje masivo, recompensas por delación, campañas de manipulación informativa… todo lo que en Cuba tiene nombres como MININT, CDR o UJC.

Cassian Andor, el protagonista, encarna al cubano común arrastrado por las circunstancias. No nació rebelde. Aprendió a desconfiar, a esconderse, a sobrevivir. Pero la injusticia lo empuja, lo transforma. Su camino recuerda al de tantos opositores que comenzaron sin ideología definida, sin recursos, sin redes de apoyo. Solo con la certeza de que vivir arrodillado no era una opción.

Los personajes

El personaje de Luthen Rael representa a los arquitectos invisibles de la disidencia. Aquellos que han sacrificado su vida personal, su reputación y su paz por sostener una lucha desigual. Cada palabra de su monólogo sobre el precio de la rebelión podría ser pronunciada por un opositor cubano en el exilio: los que llevan años sin poder regresar, los que financian movimientos desde el anonimato, los que saben que quizá no verán la victoria, pero siguen empujando la historia.

Mon Mothma, atrapada entre la diplomacia y la traición, recuerda a quienes desde puestos de poder o influencia han intentado abrir grietas en el muro sin exponerse del todo, siempre bajo la amenaza de ser destruidos si cruzan una línea. Su dilema ético es el de muchos cubanos que, aún dentro del sistema, intentan resistirse a ser cómplices.

Nemik, el joven idealista que redacta un manifiesto, encarna a una generación que no quiere esperar más. Como los activistas digitales, los artistas censurados, los que graban un rap contestatario o escriben un texto incendiario. Para él, como para muchos cubanos, la rebelión comienza por escribir lo que otros no se atreven ni a pensar.

Los presos… sin exageraciones

La prisión de Narkina 5, donde los reclusos son convertidos en piezas esclavizadas de una economía de guerra, no es una exageración. En Cuba también hay presos políticos obligados a trabajar, aislados, torturados, tratados como objetos desechables del sistema. El grito colectivo de “One way out” (“Solo hay una salida”) recuerda al grito de libertad de los cubanos que, tras décadas de represión, comprenden que no hay reformas posibles: solo una ruptura.

Andor no romantiza la rebelión. La muestra fragmentada, contradictoria, con tensiones internas. Como ha sido la oposición cubana durante años. No hay unidad artificial ni pureza ideológica. Hay miedo, hay egos, hay errores. Pero también hay coraje, conciencia, lealtades construidas en el sufrimiento compartido. Eso también somos.

Recomiendo ver las dos temporadas completas. Cada episodio tiene capas que reflejan décadas de lucha en Cuba, desde los primeros disidentes en los años 60 hasta los jóvenes encarcelados en 2021. Para quien quiera cerrar el ciclo narrativo, puede ver también la película Rogue One, que conecta directamente con Andor. Aunque no es imprescindible, permite ver cómo culmina esa semilla de rebelión en un acto de sacrificio absoluto.

Cuando el poder no tiene límites

La serie está disponible en Disney+, y aunque parezca una producción más dentro del universo galáctico, es mucho más que eso. Es un espejo. Una advertencia de lo que pasa cuando el poder no tiene límites, pero también una lección: ningún imperio es eterno. Toda tiranía necesita esfuerzo constante para sostenerse. Basta una chispa para que comience la rebelión.

He llorado y sufrido viendo esta serie. En cada capítulo he podido ver el sacrificio del cubano que se rebela contra una dictadura que utiliza todo su poder para aplastar cada chispa de insubordinación que ponga en riesgo su dominio. Pero incluso en los momentos más duros y oscuros, Andor recuerda que siempre hay esperanza. Porque incluso la más pequeña luz basta para romper la noche.

El manifiesto de Nemik lo resume con claridad:

“La tiranía requiere esfuerzo constante. Se debilita insistentemente con cada acto de insubordinación. El autoritarismo está hinchado y temeroso, y debe aplastar los pequeños actos de disidencia para sostener la ilusión de control. El enemigo natural de la tiranía es la verdad. A veces basta una sola palabra verdadera para hacer temblar un imperio.”

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