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Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- El designado Miguel Díaz-Canel ha consolidado un verdadero ejército para librar una batalla en el campo de las redes sociales. No se trata de ciudadanos comprometidos con la verdad ni de voces espontáneas que defienden con convicción un proyecto político. Son personas comprometidas con la dictadura: profesionales, intelectuales, militares, dirigentes, e incluso estudiantes.

Muchos de ellos actúan bajo presión, amenazados con perder sus empleos, sus posiciones de privilegio o, en el caso de los jóvenes, el derecho a continuar sus estudios.

Este comportamiento, lejos de ser una muestra de convicción ideológica, revela una profunda falta de dignidad y principios.

Es bochornoso que se haya tenido que recurrir al chantaje y la coacción porque ya no cuentan con verdaderos defensores del régimen. Aquellos que en el pasado hacían este trabajo sucio por convicción, hoy han desaparecido o guardan silencio, vencidos por la evidencia del fracaso.

Estos soldados de lo digital no están ahí para debatir con argumentos ni para dialogar con la realidad. Ante problemas tan graves como la violencia desatada en las calles, el auge de la drogadicción, la pérdida de valores, y la inseguridad que hoy azota a Cuba (algo confirmado por numerosas denuncias de extranjeros que recientemente han visitado la isla; rusos, canadienses, españoles y colombianos), su respuesta es el silencio o la distracción.

Son tan indignos que ni la cara dan

A la crisis sistémica provocada por la ineficiencia del régimen (apagones interminables, escasez de alimentos, ausencia de medicinas, desmantelamiento del sistema de salud, ruina del transporte y una economía colapsada) hay que añadir ahora esta nueva forma de represión digital, una ignominia que busca distorsionar la realidad y acallar las voces del pueblo en el único espacio donde todavía se puede hablar con cierta libertad; las redes sociales.

¿Y qué hace ese ejército de indignos? Nada. No tienen la valentía de dar la cara, de debatir abiertamente los problemas que sumergen a Cuba en el estercolero de la historia. No asumen ni una gota de responsabilidad.

En vez de hablar del sufrimiento del pueblo, se dedican a ofender, hacer ataques personales y desviar la atención hacia lo que ocurre en otras partes del mundo, como si los dramas de Gaza, los desamparados en Estados Unidos o las injusticias en otros países pudieran justificar el calvario que vive el pueblo cubano.

Tos tienen el mismo modus operandi

Cobardes, incapaces de enfrentar la verdad. Todos repiten el mismo guion; frases vacías, eslóganes reciclados, consignas huecas que no resisten el menor análisis. Si se comparan sus respuestas, apenas hay diferencia entre una y otra. Palabras más, palabras menos, es siempre la misma mentira.

Estas personas, en su complicidad con el régimen, son también responsables del sufrimiento del pueblo. Su falta de empatía, su obediencia ciega, su silencio cómplice, los convierte en parte activa de un sistema que ha perdido toda legitimidad y que solo se sostiene por el miedo, la censura y la represión.

Pero la verdad, por más que se quiera ocultar, siempre encuentra una grieta por donde salir. Y cuando el pueblo se canse del miedo, cuando decida alzar su voz de manera unida, ni un ejército digital ni todo el aparato de propaganda podrá detener el anhelo de libertad.

NOTA: Por mi parte, tendrán bastante trabajo. Algunas de mis denuncias serán publicadas, además de en español, en inglés e italiano. Más adelante, se traducirán también al francés y al alemán. Yo, por mi parte, me encargaré de darles bastante trabajo.

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