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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- La nota de prensa oficial sobre la reunión del mes de abril del primer ministro con los gobernadores provinciales indica que, a pesar del alarde acerca de “la clara integralidad” del programa económico de Gobierno, su diseño es endeble. También señala que su implementación es ineficaz.
La integralidad de un programa económico se basa, por lo menos, en 4 condiciones: globalidad, coherencia, consistencia y coordinación. Sin embargo, una evaluación somera de las acciones gubernamentales revelaría notables fisuras en cada una de esas condiciones básicas.
Si hablamos de globalidad, se refiere a la inclusión de múltiples dimensiones. Esto incluye empleo, consumo, inflación, inversión, seguridad alimentaria, etc. No solamente para apoyarlas, sino también para evitar efectos no deseados entre ellas.
Una pregunta pertinente sobre una grieta visible en la globalidad sería ¿de qué manera, exactamente, la excesiva inversión en turismo mejora la seguridad alimentaria del país? Esto es especialmente relevante para los hogares de trabajadores estatales y jubilados.
La coherencia consiste en el alineamiento de objetivos, instrumentos y plazos. Sin embargo, una gran incoherencia de la política económica es que se declare el trabajo como “vía fundamental de la satisfacción de necesidades” a la vez que se pagan salarios estatales de miseria.
La consistencia descansa en acoplar los instrumentos de política económica y las acciones que se implementan para asegurar que exista reforzamiento, en vez de socavamiento.
Un claro caso de inconsistencia del actual programa de gobierno es la coexistencia de la declaración de que “el peso cubano es el centro del sistema financiero cubano” con una creciente dolarización del mercado interno.
La coordinación se refiere a la sincronización de visiones, diagnósticos y soluciones entre diferentes instituciones y niveles administrativos del Estado. También entre estas y el sector estatal.
Un notable inconveniente para la coordinación efectiva de la política económica en Cuba es la noción, incrustada en el ADN del poder político, de que el sector no estatal deseable -principalmente el privado- debe ser un componente endeble y subordinado.
Para botón de muestra de la carencia de integralidad del programa económico del gobierno exhibida en la reunión, es la turbia noción que tienen sobre la función de los precios. Esta mezcla de lagunas conceptuales, fetichismo metodológico y voluntarismo administrativo es evidente.