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Por Yoel Arias Hernández ()
La Habana.- Vamos a recomendar un ejercicio sencillo: vaya a Google y teclee simplemente 1968. El buscador hará lo suyo y le devolverá un listado de lo convulso que fue. Casi el orbe entero fue sacudido en los 12 meses del antepenúltimo año de la década de los 60.
Hay para elegir, no todos los sucesos tuvieron igual repercusión en la historia contemporánea pero quedaron registrados, unos aun se recuerdan hoy día, otros ni siquiera salen en el resumen.
Protestas por la guerra de Vietnam y sus conversaciones de paz, la primavera de Praga, oposición al Franquismo, masacre de Tlatelolco, asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy fueron parte de los ingredientes de ese año.
Hechos tan disímiles como el festival Woodstock o la Revolución cultural China integraron la lista que aun se recuerda. Auge de movimientos insurgentes en América Latina, con patente cubana, montoneros y Sendero Luminoso entre otros.
UN AÑO CONVULSO
Desde que recién inicia el 68, en Praga hay agitación. En la capital de Checoslovaquia y en el Kremlin también. Ojos atentos a cada indicio de inestabilidad en los mandos del Pacto de Varsovia, cada transgresión acerca más la fatídica decisión militar, que termina ocurriendo ese verano.
Muy lejos de Europa, acá, en el mar Caribe, un régimen, ni republicano ni totalitario, se prepara para su próximo paso, quizá buscando la aprobación del lejano CAME o tratando de eliminar las posibles causas de situaciones como las de Praga, en cualquier caso, controlando daños, curándose en salud (supuestamente).
Desde 1971, mi nacimiento, hasta 1989, se cuenta la etapa del socialismo pro soviético cubano. Hasta ese año no se perteneció al CAME, porque esas decisiones ni se tomaban en la Habana ni eran de un día para el otro. Se que habrá especialistas (sovietólogos, economistas y amantes trasnochados del socialismo realmente existente) que podrán encontrar mil y un errores en este texto pero las canas que peino me enseñaron que casi nunca las cosas han sucedido cómo nos las contaron o peor, cómo dicen los manuales que pasaron.
Lo cierto es que, mientras en Checoslovaquia se exigía un socialismo con rostro humano y caía la cabeza del líder prosoviético, en Cuba se le daban los toques finales a la eliminación de los más insignificantes bastiones del capitalismo y que habían logrado sobrevivir casi una década luego de enero del 59.
Según lo conocido de ese periodo, en marzo del 68, comenzó la «Ofensiva Revolucionaria» que eliminó toda presencia de producción autónoma o gastronomía no estatal, nada que no estuviera bajo control estatal sobrevivió. Hoy se considera un error, de los tantos cometidos y de los que no consta se hayan pedido perdón.
La simultaneidad es demasiado sospechosa. Unas reformas checas reivindicando el capitalismo y sus métodos, exigencias de libertad de asociación y de expresión y otras como independencia económica de Moscú sonaron muy peligrosas para los camaradas del Kremlin (y de la plaza de la Revolución José Martí, aun más) por un lado y el toque de «a degüello» contra el más pequeño puesto de fritas por el otro, trajeron estos lodos.
No se si buscando méritos para el ingreso al CAME, eliminando vestigios capitalistas, o exorcizando posibles demonios democráticos que pudieran surgir y echar a pique la posibilidad del mecenazgo soviético, lo cierto es que mientras las izquierdas mundiales se debatían entre apoyar a Checoslovaquia o al abusador del Pacto de Varsovia, la cúpula revolucionaria cubana preparaba sus argumentos para simular cuestionar la arremetida antidemocrática prosoviética, a la vez justificar sus actos y, de paso, los dados dentro del archipiélago.
Siria y sus enseñanzas, 57 años después de la Primavera de Praga.
No bien se apagaron los motores de la aeronave que llevó a Bashar al Assad hasta Rusia, comenzaron los alabarderos de la geopolítica. Escribí sobre eso en su momento. Ignorar la opinión de una población sumida en los horrores de una dictadura como la de la Dinastía Al Assad, es algo punible.
Verter litros de tinta para defender posiciones de evidente sesgo geopolítico denuncia las posiciones de ciertos sectores a ambos lados del espectro ideológico, pero es más asqueroso cuando supuestos líderes de opinión de izquierda defienden posiciones indefendibles entre la permanencia de Bashar y las variables para sustituirlo.
Allí nadie habló de la conveniencia para el pueblo multicultural Sirio. A ninguno se le ocurrió ponerse en los zapatos de un sirio cualquiera, de alguna minoría y juzgar así la pertinencia o no de estar celebrando en las calles la caída de un tirano. Los apologistas de la geopolítica solo defienden, respetan, las causas relativas de cómo se benefician naciones libres y democráticas de ciertos movimientos populares o tramas intervencionistas que estabilizan, o todo lo contrario, zonas de su interés político o económico, a contrapelo del sufrimiento de los nacionales involucrados en esas situaciones.
Recordando eso estaba, mientras intentaba leer la transcripción de la intervención televisiva del entonces primer ministro cubano sobre los sucesos de la Primavera de Praga, los días 20 y 21 de agosto del 68. Quiero decir que la alocución fue el día 10 de septiembre, casi un mes después de la invasión del Pacto de Varsovia con su consabida cifra de pérdidas humanas y su mensaje para el resto del bloqueo socialista y los solicitantes de incorporación.
Sí, estaba leyendo, y la similitud del discurso geopolítico del caso sirio con la justificación, de lo injustificable, de la violación flagrante de los derechos de la población checoslovaca en palabras del gran humanista y revolucionario cubano, nacido en Birán, me dieron tal asco que no pude menos que detenerme, pues los argumentos ya aportados constituían agravantes más que atenuantes. En ningún momento la opinión de la población checa era trascendental o se buscó la manera de conocerla. Era más importante la estabilidad del bloque prosoviético que la libre determinación de una nación.
1968 aun duele
Las enseñanzas de ese año fueron bien recibidas, sirvieron para separar la paja del trigo en la arena izquierdista. Algunos, con el tiempo, volvieron a caer en el embrujo, la mayoría cató bien lo que daba la matriz totalitaria y nunca más confiaron.
No obstante, el daño que aun hacen algunos trasnochados sigue a la vista. Sociedades libres que sufrieron opresión por ocupación o por dictaduras, ya sea en América Latina o Europa, son incapaces de separar lo real de lo deseado (deseable) y continúan apoyando a ultranza regímenes que limitan el disfrute de derechos por sus nacionales sabiendo que ellos tuvieron la posibilidad de luchar por conquistarlos, mientras esos pueblos son reprimidos por intentarlo.
Políticos de la llamada «izquierda» quedan ante la opinión pública como defensores de dictaduras o cuando menos, de gobiernos no democráticos.
Cincuenta y siete años después, las consecuencias de aquel marzo del 68 en Cuba, donde se intervino hasta el último puesto de fritas, se siguen sintiendo, no hay disculpas aún, quizá algún «el Estado no debe encargarse de los puestos de frita», pero nada de mea culpa.
La geopolítica tampoco pide disculpas. Ahí está esa votación del nuevo gobierno norteño a favor del agresor ruso. Los intereses geopolítico socavan las libertades individuales, nos guste o no, nos demos cuenta o no.
Ayer la URSS con sus satélites impidieron la libertad político-económica de Checoslovaquia, hoy Rusia campea por sus respetos en Ucrania. Cuba sigue tan embarcada como hace 57 años, cuando el gobierno revolucionario, no el yanqui, decidió eliminar la competencia que le hacían chinchales a los que se ha demostrado, nunca pudo superar en eficacia, eficiencia y calidad.
Aun se aferran a sus dogmas pero los vientos están cambiando y la primavera siempre llega después del invierno.
Pd: foto para no morir ignorado.