Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Durante las últimas seis décadas y media no han cesado las manifestaciones de rebeldía del pueblo; hubo críticas, protestas, huelgas, desacatos, sabotajes, todo el tiempo. Ese era el desayuno que le servía todas las mañanas el DSE a Fidel Castro.
Significa que el ciclo de protestas de 2021-2022 no fue otra cosa que una situación que se les fue de control y eso explica la severidad de las condenas aplicadas por los tribunales.
Sabemos que el régimen logró mantener oculta esa realidad y evitar su derrota a partir del efecto combinado de un régimen cuartelario estricto y del estado de bonanza de la economía que se dió en la década de 1976-1985.
Luego la caída de la participación del pueblo en los procesos electorales municipales que se dan en la década de 2010, (en las elecciones de 2022 la abstención era del 31%) proceso que se aceleró con la ralentización de las reformas de Raúl Castro.
Entonces se dió el quiebre de la hegemonía del Estado confesional obrerista de la era soviética (1971-1989) en esa década y el poder represivo del régimen quedó al desnudo. Explica eso, entre otras cosas, porqué es que el régimen reacciona de manera defensiva ante el ciclo de protestas y se blinda con el plan legislativo que había sido aprobado por la Asamblea Nacional.
La salida de la crisis sistémica que enfrenta el régimen va a tardar lo menos una década, si es que se obtienen los recursos para lograrlo y si es que el orden instituido resiste ese tiempo, dado el nivel de obsolescencia que afecta al mismo.
Creemos que la pérdida de legitimidad del régimen es la variable decisiva en esta situación. Incluso hallo que está última es más grave que la crisis económica, que sería decir mucho. Siendo así, la sociedad se democratiza o colapsa el sistema.
Entiendo que la derrota del castrismo hará irreversible a la revolución, siendo ese hecho la garantía de éxito de esta última. Tampoco creo que la solución sea adoptar una democracia de élites ni fundar una sociedad de individuos; porque de esa manera no se logra superar la fractura ni el estado de precariedad que sufre el cubano.
La fuerza del pueblo será suficiente para derrotar al régimen y crear el mejor de los mundos posibles.
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