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Por Oscar Duran
La Habana.- Ni un caldero hemos tocado durante las 26 horas sin electricidad. Tampoco nos quejamos, aunque sea para gritar “pongan la corriente, carajo”. Nada. Más bien estamos adaptados y aquí estamos batallando contra unos diablos vestidos de guayabera, de barriga voluminosa.
Estamos en 26… horas sin corriente. La pusieron, la última vez, y en menos de 180 minutos, la volvieron a quitar. Aquí no viven seres humanos. Nosotros mutamos a otra especie no identificada, en proceso de estudio hasta por la NASA. A donde llegó el cubano, nadie ha podido, ni siquiera acercarse. Nos violaron -nos siguen violando- y uno en las mismas: “Oye, muchacho, habla bajito, que te metes en lío”. “Si se forma una protesta, no salgas, tú no vas a cambiar esto”.
Esas frases son el pan nuestro de cada día. Hay que estar aquí. Desde afuera, se percibe un país diferente. Muchos amigos en Estados Unidos me escriben para decirme: “ahora sí va a pasar algo, la cosa se está calentando”. Yo quisiera decirles que sí, que al cubano se le metió un Maceo por dentro y a mañana esta dictadura no llega. Pero no, las redes sociales muestran una cosa muy distinta a esta ridícula realidad.
Ojalá y volvamos a prendernos como el 11 de Julio. Llevamos 60 y pico de años acumulando mucha rabia, pero no damos el salto definitivo. Sentimos a un vecino molesto gritar ¡Libertad!, y en cuestión de segundos cerramos la puerta con una tranca puesta detrás.
No podemos seguir viviendo así, cubanos. Ellos no van a soltar el poder de una y tampoco se van a largar porque no pueden sostener el país. Por su cabeza eso no pasa. Somos nosotros quienes debemos arrancar el miedo de una vez y demostrar con acciones claras que nadie los quiere, por dictadores y sinvergüenzas.
Estos días serán grises. Más grises. La imagen del cubano duele. No tenemos nada, ni salud. Amanecemos a oscuras y nos acostamos a oscuras, como si estuviéramos pagando una maldición permanente. Llevamos una vida inútil, estúpida e infinita. Una plaga, le llamaría; resultado de un fracaso maldito llamado comunismo castrista.
¿Hasta cuándo es esto, Dios mío? Si se enteran de quién permute una casa en el Vedado para la Base Naval, me avisan al momento. Doy la mía y tres más. Ese es el único pedazo de Cuba que funciona con normalidad. Y yo quiero vivir con normalidad.