Por Adalixis Almaguer ()
Miami.- Siempre (o el 99 por ciento de las veces) que en las noticias, acá en Miami, se habla de asalto, robo o estafa, hay un cubano envuelto.
Entiendo que cuando emigramos, cargamos la acuciante crisis de valores que padecemos. Nuestro desgarrado tejido social, la falta de civismo y las deficiencias de nuestra educación vienen con nosotros aunque no ocupen espacio en la mochila.
Entiendo que es difícil desaprender, que no se logra en un día crear nuevos patrones.
Entiendo que somos analfabetos funcionales en un encontronazo con el mundo que, aunque ya no tan desconocido, sigue siendo ajeno.
Cuando pienso en nosotros quisiera siempre hacerlo desde otros referentes, los que vienen a trabajar y tirar para alante honradamente, aunque cada vez sean los menos. Los cubanos que plantan semilla, los que aún recuerdan qué cosa es familia, y patria , y libertad. O los que no lo recordaban pero lo aprendieron antes de ponerse a inventar.
Por estos últimos es que vas caminando por DeLand y te encuentras este lugar. Y la boca se te hace agua solo de pensar que vas a comer comidita rica cubana después de tanto tiempo. Y hasta Liam, que ahora es que está entrenando su paladar a nuestra sazón, queda satisfecho.
Y no lo puedes creer que hayamos llegado hasta acá, a 428 kilómetros de Hialeah, la calle 8 y Pequeña Havana. Y sales con la barriga a explotar.
Post Views: 59