SAN NICOLÁS DEL PELADERO: LAS MEDIDAS DEL ALCALDE

LECTURASSAN NICOLÁS DEL PELADERO: LAS MEDIDAS DEL ALCALDE
Por Reynaldo Medina Hernández ()
—Éufrates, te tengo primicias, sobre nuevas medidas para el bienestar de nuestro pueblo. Mañana, en la reunión del Ayuntamiento, que como sabes está integrado en su totalidad por miembros de mi Partido, por cierto, el único legal, propondré aumentar el mandato del alcalde, o sea yo, de cinco a siete años, y la reelección indefinida para el cargo.
—Mi estimado señor alcalde, pero eso…
—Voy a aprobar recursos para modernizar el tercio táctico. Ordenaré la compra de un tolete y una bicicleta nuevos para el policía Evaristo; así como de un machete y un caballo para el sargento Arencibia, que anda a pie desde que los cuatreros le mataron la yegua para comérsela. Con ese moderno equipamiento, estarán en condiciones de garantizar el orden y la tranquilidad en el pueblo y las zonas rurales, es decir, romperle la cabeza a todo el que salga a protestar y manifestarse en contra de mi gestión como alcalde.
—Pero, don Plutarco, esos son derechos reflejados en la Carta Municipal.
—Es verdad, y se les reconocen, nadie va a coger palos por protestar, el problema es que con la gritería despiertan a los vecinos que están durmiendo, y al ocupar las calles molestan a las viejitas que sacan a los perritos a pasear. ¡Y aquí no se le va a permitir a nadie que altere el orden público!
—Sí, pero…
—Muy importante, vamos a construir dos hoteles más en el pueblo y uno al lado del río para promover el turismo.
—Pero si los que tenemos siempre están vacíos…
—Seguiremos avanzando en el autoabastecimiento y la autosuficiencia de la población. Ya están en marcha los programas para que cada familia cultive sus vegetales y crie sus pescaos en estanques propios. Ahora decretaré que se provean su propia fuente de energía alternativa y renovable, así como que caven pozos en los patios para autoabastecerse de agua.
—Señor alcalde, aquí todos son problemas. Hay dificultades con la generación eléctrica y el abasto de agua, el abastecimiento de alimentos, en los mercados no hay ni un boniato y todo está carísimo, las calles del pueblo y los caminos de acceso están llenos de baches, hace quince días que no se recoge la basura, el tren hace meses que no pasa…
—Ya tengo la solución para todo eso. Convocaremos al pueblo para una marcha mañana, cuando terminemos la reunión del Ayuntamiento. Caminaremos por toda la calle real y le daremos cuatro vueltas al parque.
—Pero una marcha…, ¿para qué?
—¿Cómo para qué? Para demostrar el apoyo del pueblo a su alcalde y su Ayuntamiento y protestar contra Pancho Majagua y el Ayuntamiento de Guamutas, que son los culpables de todas nuestras desgracias.
—Pero, ¿cómo vamos a echarle la culpa a alguien de afuera?
—Chico, ¿tú eres bobo o te chupas el deo? ¿Y qué voy a decir, que es culpa mía y de la gestión de mi equipo de trabajo?
—Pero señor alcalde, eso es un gasto innecesario de recursos que pueden dedicarse a resolver alguna de las tantas necesidades que tenemos; además, la gente ya está cansada de desfiles, marchas y todo eso, no van a ir.
—¡Claro que van a ir! A los miembros del Partido no les queda más remedio, ¡o los expulsamos en la próxima reunión y se le acaban los privilegios! Para todos los empleados públicos es obligatoria la asistencia, ¡o no cobran el mes que viene! Y lo mismo para Cheo Malanga y todos los demás parásitos mantenidos por el Ayuntamiento. Ya verás, ¡será una marcha histórica!
—Pero una marcha no va a solucionar nada…
—¡Chico, no seas tan sapo! Por último, a esos revoltosos como Montelongo Cañón y Pancho Majagua, los quiero presos o deportados, que se vayan para Guamutas a hacer oposición, que este es un pueblo trabajador. Ah, me olvidaba, verbena este fin de semana para celebrar mis brillantes iniciativas. Como decían los faraones de Egido: «pan y fiesta».
—Los faraones de Egipto, señor alcalde, Egido es una calle de la capital, además, eran los emperadores romanos los de la frase, que no es pan y fiesta, si no, «pan y circo».
—¡Ta bueno ya, chico! Tú siempre rectificándole a uno, ya sabes lo que quise decir, jama y gozadera para que no piensen en lo jodía que está la cosa. Así que ya puedes publicar todo eso en tu periódico «El imparcial», que es el único que puede circular aquí. Y me voy a dormir que estoy cansado de tanto pensar en el pueblo, aunque los malagradecidos me odien, me critiquen y me digan «el pesao». ¡Qué dura, pero que dura es la vida de un alcalde!

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