Por Ulises Toirac (9
La Habana.- Hermano, ¡nos dejaste con las manos levantás! Partiste eufórico y rimbombante, seguro de tu empresa, y terminaste viendo como una mosca a la multitud antes de perderte en las nubes. ¡Sabrá dios donde caíste, pero fue jonrón!
¡Yo quisiera saber pa qué coño te metiste a volar en globo, si lo tuyo era vender toldos! Es como si a mí se me ocurriera ahora… no sé… eso mismo, volar en globo. Aunque no he vendido ni un durofrío en toda mi vida. Y hubiera querido vender algo. Aunque fuera el cajetín. No es lo mío, en ese departamento soy como una jirafa en una cámara hiperbárica.
Actuaste como todo un cubano siendo portugués: te creíste capaz, gastaste en algo que no te hacía falta, no leíste el manual del usuario de tu aparato y para colmos te anunciaste más que la Coca Cola. Loco… aquí, entre tu y yo: si el objetivo era levantar un jeverío… con los mil quinientos de la época que te gastaste en el globo, hubieras podido comprarte un Tesla (de ahora) y poner latentosa y temblorante a la mas bella ninfa de la alta sociedad habanera de 1856… o la más rebuena cubanota del populacho, que sería mi elección en el supuesto caso. Preferiría el riesgo de un desplume a manos de una rotunda academia del movimiento y el erotismo, que el desafinado desempeño de una postalita mostrable en cualquier ocasión.
Sigo rompiéndome la cabeza, además, porque ¡no fuiste el pionero montando esos aparatos ni en Cuba! Estoy por pensar que le metías duro el ejercicio del codo y aquél francés que te vendió el globo te puso la cabeza mala en uno de los numerosos bares que en la época pululaban en nuestra floreciente ciudad, siempre dadivosa en placeres para cualquier nativo o visitante que los deseara… Hasta hace unos añitos…
Te la jamaste con papas. No siempre el poder acierta. Dilapidaste recursos, te engreíste, decidiste equivocadamente y… ¡te perdimos!
De hecho por tí se acuñó una sarcástica frase que en su época fué más popular que un cigarro: “¡Voló como Matías Pérez!”. Yo tú no me sentiría orgulloso. Ni siquiera respeto o nostalgia demuestra.
Para colmo de males, te perdiste en dirección norte. A ver, hermano… en eso te adelantaste a la época unos cuantos años, pero la verdad es que sigo sin verle el motivo por más que me rompa la cabeza… A menos… A menos que hubieras sido casado y te tuvieran hasta la coronilla de mandados a la bodega y de viajes a botar la basura, no veo la razón de tu escape misterioso.
Lo cierto es que ridículo o histórico, equivocado o pintoresco, te recordamos a casi dos siglos de tu interminable viaje. Hay gente que por eso da un brazo. No importa cómo, pero pasar a la posteridad. Así no. Prefiero que no me reconozca ni la hormiga que camine sobre mi tumba.
Sin embargo, «en otro orden de información» ahora mismo te envidio: No tengo una mipyme para vender toldos, no tengo un piloto francés que me venda un globo, no tengo el dinero para comprarlo y finalmente no tengo los verocos pa elevarme dos metros del piso montado en una tareca de esas (o ninguna otra) porque padezco de vértico y de subirme en la meseta de la cocina me entra una corcomilla y un queseyó. Y te tengo envidia porque no estaría mal repetir lo tuyo a estas alturas. Pa que decir que no, si sí.