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DÍAZ-CANEL: CUANDO ERES UN FONDO DE BOTELLA Y QUIEREN VENDERTE COMO UN RUBÍ

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- La maquinaria propagandística del régimen cubano ya no sabe qué va a hacer para intentar que al presidente cubano, el impuesto Miguel Díaz-Canel, el pueblo lo mire con un poco de admiración y no con la repulsa que se ha ganado y que merece, por no tener empatía, y por no haber hecho nada bueno a favor de una nación que se muere lentamente, mientras él proclama una continuidad que nadie quiere.

Dicen los seguidores, que salen de donde quiera, que, contrario a lo que suelen hacer los tiranos o los dictadores, Díaz-Canel, allá a donde va, se da un baño de pueblo, como si eso fuera una heroicidad, en un país donde no hay ya ni escopetas de perdigones, porque las recogen un mes antes de la aparición de cualquiera de la cúpula. Es más, en lugares como Villa Clara, las tienen retenidas desde hace dos años y no las devuelven.

¿Quién, y cómo, va a atentar contra el jefe de Estado cubano? Nadie lo hará, porque no tienen cómo, porque los diferentes círculos de protección no permitirían que nadie llegue hasta él. Además de que esos que se erizan cuando este desembarca en un lugar, son los adoctrinados miembros del los núcleos de jubilados, o personal muy bien escogido por los que dirigen en cada municipio, después de haber pasado el fino filtro de la Seguridad del Estado.

Puede ser una imagen de 6 personas y textoSi tanto quieren a Díaz-Canel los cubanos, porque no hace como hacía José Mujica, o como la excanciller alemana Angela Merkel. Estos iban a hacer mercado los fines de semana, como ciudadanos comunes. El uruguayo, además, laboraba en su parcela, donde sembraba legumbres y verduras, mientras la alemana cumplía en persona, junto a su esposo, las labores domésticas.

Díaz-Canel no cae bien. Nada en su persona es destacable. Es pesado, antipático, habla mal, no conoce de la oratoria, no tiene carisma, es pedante y pesado. Si lo ponemos al lado del Luis Lacalle, por ejemplo, el uruguayo le pasa por encima. El mandatario cubano es tan pesado y pedante como son los otros ladrones de la región, el venezolano Nicolás Maduro y el nicaragüense Daniel Ortega.

Un buen amigo me contó que una vez quisieron contratarlo para que se acercara a Maduro e intentara tocarlo cuando llegara a cierto lugar. Mi amigo se negó y dijo que ni por todo el oro del mundo, pero ese día hubo unas 200 personas que recibieron dinero por acercarse en «éxtasis» donde el mandatario venezolano, para que apareciera ante las cámaras como el líder idolatrado.

Los más sanguinarios tiranos del continente, desde Alfredo Stroessner a Fidel Castro, siempre buscaron empatía con las masas. Así fue Somoza, y también Jorge Videla. Y Pinochet tenía seguidores. Hittler era aclamado. Mussolini también. Ante Stalin las personas temblaban, aunque no se sabe si de miedo o de qué. En Corea del Norte hay veneración, impuesta, hacia la dinastía Kim, dueña de los destinos del país desde mediados del siglo pasado.

Díaz-Canel es uno más. Un tonto al que auparon al poder y aunque no se lo ha creído de verdad, cree que porque aguanta el golpe es importante. Y es un tipo intrascendente. Ahora mismo lo pueden dejar solo en un parque de Pilón, de Cumanayagua, Ranchuelo o Sierra de Cubitas, y si acaso alguien se fija en él. Tal vez un atrevido le espante una galleta o le escupa la cara, pero nadie se va a manchar las manos con su sangre de cobarde y mediocre.

Además, no tiene valor para hacerlo. Si la escolta lo abandona, que un día pasará, se hará caca en los pantalones, aunque los lleve verdes.

No es como el ex primer ministro sueco Olaf Palme, que iba asiduamente al cine con su esposa, y luego a comer a cualquier parte, hasta que un día, el 28 de febrero de 1986, un loco y envidioso lo asesinó a tiros por la espalda.

Lo que hacía Palme no lo hará jamás ningún político cubano. Porque hay cosas que no nacen y para darle la cara al pueblo sin temores hay que hacer las cosas bien. No les puedes pedir que resistan y que pasen hambre, cuando tu panza crece cada vez más. No les puedes decir que soporten la intemperie y los apagones, cuando vives en una super mansión climatizada, donde jamás te quedas sin corriente.

Quién fue Olof Palme: el hombre que quiso ser Don QuijoteLa vida de los gobernantes, en cualquier lugar del mundo, dista mucho de la del resto de los habitantes del país, pero las diferencias mayores están en Cuba, porque los Castro, los Díaz-Canel y compañía, no solo lo tienen todo, sino que están, incluso, por encima de la ley, y rodeados de hordas de guatacones, capaces de hacer cualquier cosa por quedar bien ante los que reparten las migajas.

Así que no me vengan más con el cuento que Díaz-Canel hace cosas que otros no hacen. El anormal que dirige este país es un cobarde más, un arrastrado como otro cualquiera, sin los testículos que hacen falta para decir la verdad, para vestirse de hombre y decir que es incapaz de resolver los problemas de Cuba. Para renunciar a todo. De lo contrario, pasará a la historia, pero no como un hombre digno, sino como El Sin… casa. Y nada más.

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