La Habana.- Conforme al derecho internacional, se entienden como Crímenes de Estado los actos sistematicos que se realizan de acuerdo a un plan o política preconcebida, cometidos por las autoridades de ese Estado, o por individuos con la tolerancia o complicidad de aquellas.
Asimismo, se considera Estado Criminal a aquel donde los actos contrarios al interés de las poblaciones humanas forman parte de su ordenamiento jurídico.
En consecuencia con lo anterior, puede afirmarse que en Cuba impera un Estado Criminal que comete sistemáticamente Crímenes de Estado como parte de una estrategia de control social para la conservación del Poder.
Esta es la explicación sencilla:
El régimen de Fidel Castro llegó al Poder en el año 1959 y se apoderó del aparato del Estado, manteniéndolo con el diseño republicano por muy poco tiempo, hasta ajustarlo a un régimen comunista, donde no es el Estado el verdadero decisor político y administrativo del país, sino el Partido Comunista, controlado a su vez por una cúpula que conforman un puñado de hombres, ciervos y plegados todos a la voluntad del hermano menor de Fidel Castro.
A través de ese aparato de control es que se diseñan, estructuran y ejecutan las políticas criminales contra la población.
Tales políticas no vienen desenmascaradas, no se nos muestran como un ataque permanente y multilateral contra los derechos humanos de los cubanos: se disfrazan tras la legitimidad artificial de normas jurídicas que se aprueban y que implican un daño humano para millones de seres.
Los ejemplos son incontables, pero veamos uno: La salud de las personas:
En Cuba los servicios de salud fueron estatalizados desde los ’60, sancionándose desde entonces su ejercicio privado.
En ese contexto, ¿qué debe hacer ese Estado totalitario y regulador? Pues debe garantizar servicios de salud universales y de calidad.
Esto no se cumple, y mueren en Cuba cada año miles de personas.