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MIERDA DE PALOMAS

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Por Siro Cuartel ()
Madrid.- Hace añosssssssssssss, cuando me animé a escribir esta crónica, estuve buscando referencias sobre «una paloma que cagó a Franco» y no la encontré. Así y todo escribí esta crónica, una de las que más me gusta, porque así me la contó mi viejo un día.
LA MISMA PALOMA
Mi padre solía contarme la anécdota con la misma naturalidad que lo caracteriza de siempre.
Pancho había nacido en España y había emigrado desde muy joven para escapar del llamado de la Guerra, la primera… Sin embargo por alguna razón que todos desconocían, regresó luego, en el 30 y algo a combatir en la Civil. Sus vecinos y amigos del barrio de la Juanita no supieron de él por varios años, hasta que un día, en los primeros albores de la década del 40, regresó, con algunas medallas colgadas a su pecho y un poco, o bastante desilusionado.
– «De Cuba no salgo más, mi España ya no es España. Mi patria ahora será esta y para siempre», les dijo a todos.
Pancho era un ser muy querido y rebelde. Contrario a las injusticias, por eso a nadie le extrañó que en su farmacia se ocultaran bonos y armas para el Movimiento 26 de Julio.
Algunos temían incluso que él, debido a su avanzada edad, le diera la «locura» de subirse a las lomas y él calmaba los ánimos, hablando de la lucha en todos los frentes y hablando de la importancia de la clandestinidad, del apoyo logístico y todos lo escuchaban como un hombre sabio, como una persona más que debió haber nacido en esta tierra. Como un aplatanado sincero.
Llegó el 59, y luego el 60, y el 61, y el 62, y Pancho un día cualquiera del mes de marzo pasó por delante de la casa de mi padre y le dijo a mi abuelo:
– ¿Qué tal García, como está Usted? Veo que aún conserva su carpintería.
– Si Pancho, hasta ahora todo bien. Escuché que Usted perdió su farmacia. Es una pena. Lo siento mucho.
Y Pancho no dijo nada. Nada sobre su farmacia. La que fue. La que ya no era. La que ahora era del pueblo.
– Me voy García, me voy… ya estoy muy viejo para levantar de nuevo y además no hay mucho con que levantar. Me voy.
Mi abuelo, que lo había escuchado desde mucho antes sobre sobre sus intereses sinceros de ser un cubano más le preguntó:
– ¿Pero a donde mi Pancho, para dónde te vas?
– Hacía donde sea García. Hacía donde sea, … ¿No vió Usted la palomita que se le posó al tipo en el hombro? Esa paloma yo la conozco García, es la misma paloma que le cagó la cabeza a Franco.
Y siguió por toda la Calle Manacas, loma arriba, hasta convertirse en un punto indeterminado a la altura de la Calle San Fernando.
foto: KORDA

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