Por Manuel Viera ()
La habana.- Sus maestros me hablaron más de una vez para decirme que era una fuera de serie, una superdotada. Siempre con las mejores notas. Cuando comenzó el 12 grado hace un año le pregunté:
-Nany, ¿qué carrera vas a estudiar?
Y me respondió sin pensarlo:
– Ninguna, Papá. Mi futuro no será en Cuba. ¡Yo no voy a vivir en este país!
Aunque no me lo tomé muy en serio, ella, como una abejita, no paró de hacer trámites y un año después, a sus 18 años, le digo adiós hoy a mi hija en el aeropuerto. Hoy se me fue mi hija con destino a un país de la Unión Europea, un país donde se habla raro y hace mucho frío, pero un país donde no gritará consignas, ni perderá su vida entre colas y apagones.
Es la realidad que vivimos los cubanos. La juventud se nos va siendo casi niños porque no hay futuro en este infierno, y yo no soy nadie para contarle las alas, más que nada porque todos los que hoy tenemos canas y perdimos la vida escuchando mentiras, nos arrepentimos de no haberlo hecho, de no habernos ido.
Duele mucho la separación de las familias cubanas, y es lo único que puede ofrecernos el maldito comunismo, mas allá de su gastada muela, sus promesas y sus prohibiciones, restricciones y privaciones que nos arrancan pedazos del alma.
Duele ver hijos partir, madres que se van sin sus hijos, abuelos criando bebés. Duele quedarse cada vez más solo, entre mentiras y promesas. Duele la perpetuidad, la continuidad de la ignominia mientras asquea cada día más el comunismo y su maquiavélica maquinaria de romper humanos, de romper sueños, de romper amor. Asquea en mí, asquea en ti y asquea hoy sin caretas cada vez más en el mundo.
Odio al comunismo porque empobrece, porque duele, porque solo es eficiente haciendo sufrir, repartiendo dolor, hambre, miserias. Odio al comunismo que nos ha dejado solos, solos con hambre, o temblando de frío, escondidos de una nevada o siendo víctimas del abuso al emigrante.
Hoy partió mi hija como partió tu hijo, tu madre, tu hermano. Hoy partió mi hija y sé que aunque no hablas, aunque temes, aunque te conformas, aunque tengas el carnet que me da náuseas, aunque seas obrero, intelectual, campesino, cuadro, ministro o diputado… tú, allí en silencio, también te sientes como yo.
Post Views: 110