Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- Ya no tengo odio, alguna vez lo tuve, alguna me vez me quitó el sueño, alguna vez sentí ganas de hacer justicia por mis manos, alguna vez lloré de rabia ante oídos sordos que nunca me escucharon y cortaron la tierra donde permanecía de pie.
Ya no tengo odio, no me importa la vida de los que alguna vez me dejaron sin trabajo, de los que a mis espaldas me expulsaron de instituciones que alguna vez amé, de los que difamaron por los cuatro puntos cardinales de mí, de los que secuestraron mi derecho a defenderme, de los que atacaron mi casa amparados en la oscuridad de la noche, de los que trataron de robarme mis sueños.
Ya no tengo odio cuando veo a mis enemigos, los que se quitaron un ojo para verme ciego, los que se quitaron su razón para que yo no tuviera ninguna. ¿Será que estoy envejeciendo?
No lo creo tanto, tal vez sea porque tener razón en un mundo donde reina la hipocresía es un peligro, es mejor pasar por ese mundo con las verdades en el alma donde sólo Dios pueda verlas.
Ya no tengo odio cuando miro al lugar donde trabajé por muchos años, donde creí en la esperanza y un puñado de mediocres se unió para quitármela. Tal vez consiguieron quitarme los títulos, el salario, una jornada laboral de lunes a sábado, los rituales, pero la vergüenza nunca, la dignidad nunca, la Patria nunca…
Ya no tengo odio de los que todavía me odian, es muy breve la vida para perder el tiempo con ellos. Ahora me queda vivir, amar, seguir el camino, no tengo tiempo para odios.
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