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Por Héctor Miranda ()
Moscú.- Andre Dawson lo tenía todo para ser una estrella del béisbol. Pito Abreu también. Solo que André Dawson comenzó más temprano en las Grandes Ligas y tuvo más tiempo para hacer números espectaculares. Aunque hubo un momento en que sus maltrechas rodillas amenazaron con dejarlo fuera para siempre y cortar la carrera de alguien que, desde el principio, parecía destinado a llegar un día al Salón de la Fama.
Dawson, un espigado jardinero de 1.90 metros, debutó en 1976 con los ya desaparecidos Expos de Montreal. Apenas jugó unos partidos, lo cual le permitió poder competir en la temporada siguiente por el premio al Novato del Año, y lo ganó. Pito Abreu también fue Novato del Año en su primera temporada con los Chicago White Sox.
Durante 11 temporadas jugó Dawson, que había nacido en Miami, con los Expos, que por entonces tenían un estadio con césped sintético, una de las causas por las cuales las rodillas del fenomenal jardinero sufrieron daños irreparables. Con Montreal ganó varias veces el Guante de oro, en varias ocasiones entró en las votaciones para el MVP, participó en tres juegos de estrellas y ganó tres bates de plata.
Sin embargo, hubo un momento, al terminar la temporada de 1986 en el que nadie quería darle trabajo. Arrancó incluso la pretemporada de 1987 y seguía sin equipo. En la memoria de todos los dirigentes estaba su última campaña, la peor de su carrera hasta entonces, y marcado por las lesiones en sus rodillas.
Dawson salió un día de Montreal rumbo a Miami con una idea fija en su cabeza: no se quería dar por vencido. Sabía que aún le quedaban cosas por hacer en el béisbol. Haría una escala de unas horas en Chicago, con cuya directiva había hablado su representante, pero no querían darle trabajo tampoco. El fornido Dawson descendió del avión, tomo un taxi, se plantó en las oficinas de los Cubs y les dejó un contrato en blanco, para que le pagaran lo que quisieran, pero que le dejaran trabajar.
Volvió al aeropuerto y siguió su camino a la Florida. Los Cubs tenían miedo, pero pensaron que podrían darle medio millón de dólares y algunos miles más en primas, condicionados por el cumplimiento de objetivos. El resto es historia: Dawson tuvo la mejor temporada de su carrera; bateó 49 jonrones, impuslsó 137 corredores y su average fue de.287, todo eso en 153 partidos.
Ese año ganó todos los premios posibles: fue al Juego de las Estrellas, se llevó el trofeo al MVP, Guante de Oro y Bate de Plata. Los Cubs habían hecho un gran negocio, pero el recio toletero también, porque ya se había revalorizado y podía de nuevo sentarse a pedir.
Al final, jugó cinco temporadas más en la Ciudad de los Vientos, luego estuvo un par de años con los Medias Rojas de Boston y terminó su carrera en Miami, con los Marlins, con un físico muy mermado, propio de sus cuatro décadas de vida, que apenas le dio para jugar 79 partidos un año y 42 el otro, con ocho y dos jonrones, por ese orden.
Muchos años después fue exaltado al Salón de la Fama.
Y ustedes se preguntarán qué tiene que ver la carrera de Dawson con la de José Abreu, pero la traigo a colación por lo que haría yo si estuviera en el lugar de Abreu, quien fue dejado libre por los Astros de Houston, aunque le tendrán que pagar 30 millones de dólares, una cifra nada despreciable como finiquito.
Abreu no encajó nunca en los Astros. No fue el primera base que vimos con los White Sox, ni mucho menos. El primer año en Houston tuvo el peor arranque de su carrera, aunque, por suerte, lo enmendó un poco al final de la temporada y en la postemporada, pero si la de 2023 fue mala, la presente arrancó peor: en 35 juegos solo bateaba para .124, el peor average para un jugador con más de 100 turnos en todas las Grandes Ligas.
Abreu se puede ir a su casa a disfrutar de una fortuna muy bien ganada. Se puede dedicar al golf, a pescar, a lo que se le antoje hacer, pero si quiere seguir en Grandes Ligas, aún tiene opciones. Hay equipos que han tenido problemas con sus inicialistas y pudieran ver en el cienfueguero una solución. Él solo tiene que hacer lo que hizo Dawson: ir y decirles que quiere jugar y que le paguen lo que se les ocurra.
Tal vez así consiga volver. Tal vez no vuelva a ser MVP, a ganar Bate de Plata o a estar en un Juego de Estrellas, pero puede cambiar esa imagen que deja, la de salir de la Gran Carpa como un desahuciado, como alguien que no estuvo a la altura, y todos sabemos que el cubano ha sido el mejor bateador que jugó en las series de Cuba y luego en Grandes Ligas.