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Por Oscar Durán
La Habana.- Veinticinco centrales azucareros de Cuba van a ponerse en marcha entre diciembre y enero. “Podemos hacer una zafra mejor, corta, pero puede ser eficiente”, ha dicho Julio García Pérez, presidente del grupo empresarial estatal Azcuba.
Durante su comparecencia ayer en la Mesa Redonda, García Pérez habló de los factores internos y externos que han afectado la producción cañera, un discurso repetitivo donde nunca culpó la mala gestión del Gobierno en la debacle de un sector que fue puntal en la economía del país.
Según el directivo, algunas empresas y cooperativas mantienen los niveles de producción aceptables y otros decrecen. Hay falta de organización para enfrentar el delito y las ilegalidades; costos, problemas de calidad del azúcar y quema excesiva de caña, han dado al traste en la realización de una excelente campaña en años anteriores.
Como ven, son justificaciones baratas. Si había algo que la dictadura nunca debió destruir, fueron los centrales. Un país que llegó a producir ocho millones de toneladas de azúcar, ahora solo queda el recuerdo de esa cifra, mientras la realidad, ahora mismo, es caótica dentro de la industria.
El bloqueo -no faltaba más- también resultó una excusa del dirigente de Azcuba. Viene siendo un comodín dentro del régimen. Por ejemplo, ¿no hay íntimas? La culpa es del bloqueo. En los años ´70, cuando la famosa zafra de los 10 millones, también existía el embargo, pero como no estaban tan embarcados como ahora, jamás culparon a Estados Unidos por el descalabro de la zafra.
No obstante, a día de hoy, el mal manejo gubernamental tiene al bloqueo como su principal aliado. Si a tal central se le jodió una pieza, ya sabemos quién es el culpable. Si el combustible está en déficit y la zafra se paró, Joe Biden es un imperialista degenerado. ¿No hay fertilizantes, ni herbicidas? Claro, nos tienen ahogados desde el norte revuelto y brutal.
Muy pocas cosas van quedando salvables en Cuba, por no decir que nada. Una vez fuimos potencia mundial azucarera y estamos hundidos en el sótano. Así lo demuestran los números. El año pasado fueron tan cara dura y dijeron que la producción podría ser efectiva, pero fue lo contrario. De las 455 198 toneladas previstas, alcanzaron la risible meta de 350 mil, las más baja de la historia, después de 1959.
Quizás por eso Julio García pasó de largo ayer con el tema de dar un número real de producción. El papelazo, a veces debe ser con orden, diría para sus adentros.