(Tomado del muro de Facebook de Alina Bárbara López Hernández)
La Habana.- El 15 de junio, tras haber sido detenida el día anterior durante doce horas en la estación de la PNR de Playa, en Matanzas, me presenté en la Fiscalía provincial e interpuse una queja por detención ilegal y múltiples violaciones del debido proceso.
Reconocí en las redes sociales que había sido atendida con respeto allí y que me aconsejaron nombrar un letrado para que me representara. Eso hice.
Mi abogada, una vez estudiado el expediente del caso (que por cierto, no está en la PNR, donde se me instruyó de cargos, sino en la sede de Seguridad del Estado) presentó a Fiscalía una solicitud de declaración de nulidades absolutas que incluyen una cédula de citación sin las formalidades legales, una detención sin orden alguna, una denuncia contra mí que debió ser el primer paso para generar una orden de detención, pero que fue hecha después de que estaba detenida… por solo mencionar algunas de las muchas violaciones y arbitariedades acaecidas.
Fiscalía tenía, según la ley, cinco días hábiles para responder. Ese plazo expiró el pasado viernes 14 y no fue cumplido por una instancia que, en teoría, debe ser celosa guardiana de la legalidad en Cuba y defensora de los derechos ciudadanos. Ocurre, sin embargo, que Fiscalía también es, por ley, la defensora de los intereses del Estado, por lo cual se ve en un perenne conflicto de intereses, irresoluble cuando se trata de reclamaciones de derechos de índole política.
Yo soy una persona decente y comedida, aguardo con paciencia a que los tiempos de la ley transcurran. Pero mi paciencia también expira, como los plazos legales. Aun así, esperaré esta semana por la decisión. Es todo el tiempo que voy a aguardar. Mi próxima manifestación será a las puertas de Fiscalía, y quiero ver si van a llamar a Seguridad del Estado y la PNR para que me detengan. Si fuera así, estarían develando la esencia del sistema político cubano ante una ciudadanía y una opinión pública muy atentas al tema de la constante vulneración de derechos humanos en la isla.
Además, le recuerdo a Fiscalía que el artículo 56 de nuestra Constitución establece el derecho a manifestación cuyos fines sean lícitos. Y algo más lícito que exigir el cumplimiento de la ley, está por verse. Sepan los fiscales que me atendieron que no tengo nada personal contra ellos, mi reacción es contra el sistema político que ellos representan y que me oprime e impide que pueda ejercer mis derechos.

El día de la detención sugerí al mayor de Seguridad del Estado Alejandro/Antonio que leyeran «El arte de la guerra», milenario tratado de estrategia que se debe al general chino Sun Tzu y es material de consulta obligatoria en casi todas las academias militares del mundo… excepto en Cuba (aunque quizá lo fue antes pero se ha perdido con la evidente desprofesionalización y falta de capacidad actual de ese órgano).
Si consultaran dicho tratado entenderían la gravedad de la situación que tiene hoy el aparato represivo. Entre los muchos consejos que ofrece el libro hay uno esencial, que parafraseado sería: cuando estés en una guerra, no debes abrir varios frentes, porque débil será tu posición y fuerte la posición del enemigo.
El estado y el gobierno cubano, todo el sistema político sobre el que este se erige, están hoy en una postura defensiva y en un escenario de debilidad. Precisamente eso los conduce a abrir un frente tras otro, materializados en conflictos que podrían ser evitados pero que el temor a parecer más débiles les hace enfrentar. Ello los desgasta y apresura su debilidad, y los hace entonces abrir más y más frentes, en un proceso de desgaste que no puede ser eterno.
Algunos creen que un levantamiento armado es la solución para un cambio en Cuba. Independientemente de mis razones como pacífista para no apoyar jamás una opción violenta, tampoco la creo necesaria estratégicamente. Pienso, igual que Sun Tzu, que «La mejor victoria es vencer sin combatir».
No hay algo que debilite más a un sistema autoritario que ya no logra esconder nada a la opinión pública, que demostrar su inoperancia mediante el uso de las leyes que el propio estado se dio a sí mismo, confiado en pasadas épocas de silencio y ocultamientos. Como bien dijo el general chino: “Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas”.
A los cubanos nos van quedando cada vez menos cosas que perder ante un proceso de permanente exclusión económica, política y social, y el estado no ha entendido este consejo de Sun Tzu: «No presiones a un enemigo desesperado”.
Estos son mis preferidos: “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo, y en cien batallas no estarás jamás en peligro”. “Nuestra invencibilidad depende de nosotros, la vulnerabilidad del enemigo, de él». Me conozco. Los conozco.
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