Por Ulises Toirac
La Habana.- Hoy el viejo cumpliría 89. Sin melodramas. Uno siempre quiere obviamente que te duren toda la vida pero cuando cumplen y cumples, al pasar el tiempo te queda un recuerdo lindo.
Puede que algo que se te quedó por decirle, pero por mucho, siempre se queda algo. Es quizás… no que se quedó por decir, sino que a ti te suceden nuevas cosas y lo ves desde otra perspectiva.
En fin… cumpliría 89. Tengo muchas cosas del viejo. «Cagaíto» usaron y usan en la familia. No sólo físicamente sino en el caracter. Podría tener mil defectos (como los tengo yo) pero era más cubano que un solar a mediodía.
Sufría de sordera. O capacidad auditiva disminuida. Pa la gente sensible. Y era real, pero además le ponía lo suyo. Y como leyó mucho solía cambiar palabras. Creo que lo hacía pa joder también. No puedo recordarle sin decir «Eso es de la era paletóica».
Me busqué una gran bronca en casa cuando quise dejar la ingeniería («¡acabado de graduar y todo coño, con el trabajo que te ha costao, cabrón!») pa meterme a «payaso». Bronca de tener que irme de casa unos cuaaaantos días… hasta que la vieja decidió personarse vestida de militar en la peña humorística de la Sala Atril en el Karl Marx… «¿Vienes a meterme preso?»
La «despedida» había sido violenta sobre todo con el viejo. Violenta al punto CASI de los puños. Le tocaba a la vieja ir a «rescatarme». A las madres no se les pone peros. Me da vergüenza haber porfiado a ese nivel por mi vocación, pero definitivamente hay cosas que no se pueden deshacer. Lo hubiera deseado de otro modo. Ahora que soy viejo y entiendo su desesperación.
Y me hicieron regresar a casa. Sin empleo de ingeniero y sin carnet de la UJC (que voló en el proceso de «profundización») siendo ambos más comunistas que cualquiera (y de los de no hacer aguaje, sino a puro sacrificio).
Por eso me daba tanta alegría años después lo orgulloso que se sentía mi viejo de mi. Sé que disfrutó más que nadie en el mundo que su hijo fuera humorista. Era de los que llegaba a un sitio y sin comerla ni beberla, declaraba:
– Yo soy el padre de Ulises Toirac.
Mucha gente (incluida colegas) vino a decirme a carcajada limpia: «¡Conocí a tu padre! ¡Clase jodedor!»
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